El globo del PP y el lastre de Vox

La ciudad y los días

12 de julio 2024 - 03:06

Remontamos? –¡No! ¡Al contrario, descendemos! –¡Mucho peor, señor Ciro, caemos! –¡Vive Dios, arrojad lastre! –Ya se ha vaciado el último saco. –¿Se vuelve a elevar el globo?–No. –¡Oigo un ruido de olas! –¡Bajo la barquilla solo hay mar! –¡Y está a unos quinientos pies! [Entonces una voz potente rasgó los aires y resonaron estas palabras:] –¡Fuera todo lo que pesa! ¡Todo! ¡Sea lo que Dios quiera!”. Así, cortando el aliento, sumergiéndonos directamente en la acción, empieza La isla misteriosa de Julio Verne.

No sé si Feijóo ha leído o no esta extraordinaria novela. Si la leyó, la debe haber olvidado. Si no la leyó, y tampoco ninguna de las muchas novelas y películas en las que los pasajeros de un globo se ven en apuros, alguno de sus asesores debería recordarle que es necesario tirarlo todo, menos la envoltura o tela y el quemador que la llena de gas, para aligerar el peso y evitar que caiga. Quizás así comprendiera lo que no comprendió entre su triunfo en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo de 2023 y las generales del 23 de julio que perdió, ganándolas, al no poder lograr una mayoría que le permitiera formar gobierno. ¿Qué pasó en esos dos meses? Pasó Vox. Y la errática y contradictoria política de pactos del PP –recuerden los casos de Valencia o Extremadura– con la extrema derecha que permitió a Sánchez agitar el coco fascista.

Feijóo ignoró que Sánchez había logrado consolidar el relato que presentaba a Podemos, Sumar, ERC, Junts, PNV y Bildu –extrema izquierda populista, izquierda independentista, extrema derecha independentista, derecha nacionalista y herederos políticos de ETA– como un bloque de progreso cogobernando con el PSOE o apoyándolo. A la vez que presentó al PP, tras sus pactos con Vox, como extrema derecha. Feijóo ignoró también que algunos de los partidos antes citados tienen mucha historia y peso político en sus territorios, y que todos actúan con inteligencia y presionan con habilidad, mientras que Vox parece nacido para gritar y patalear captando cabreos, miedos o nostalgias que ni quiere ni sabe administrar políticamente como un partido con aspiración a gobernar. Quizás ahora, tras el giro de Vox hacia Orban y su machada de romper los pactos con el PP después que aceptara la acogida solidaria entre las autonomías de los menores no acompañados, aprenda la lección y se desprenda del lastre de Vox que resta más que suma.

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