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Qué bueno el titular de mi compañero: "Más guiris que trabajadores". Diego Geniz hablaba de la manifestación del Primero de Mayo en Sevilla pero podríamos extender la perspicacia de su enfoque a cualquiera de nuestras ciudades. Más de 70 convocadas por CCOO y UGT en toda España con un seguimiento más que relativo. En Granada, por ejemplo, media ciudad se había bajado a la playa, la otra media estaba de Cruces (y de bares) y los que decidieron coger las pancartas salieron divididos. Otra vez. Del controvertido Día de la Mujer, con los ecos de ruptura del feminismo y la indignación por la 'Ley sí es sí', a un 1 de Mayo descafeinado con el papel de los sindicatos en caída libre.
Exceptuando la Universidad, donde se han ganado a pulso su legitimidad, pareciera que vivimos el epílogo del sindicalismo. Al menos en España; al menos del modelo que se construyó en la Transición en paralelo a la restauración del sistema de partidos. Tiempo habrá para comprobar si lo que se disputa ahora es otro 15M dinamitando el status quo desde los nuevos movimientos contestatarios o se trata de un pulso entre los sindicatos de clase de toda la vida y los que se arrogan la verdadera representación denunciando la connivencia de los grandes con el Gobierno y la patronal.
En cualquiera de los casos, cuesta entender la pérdida de representatividad, su cada vez más mermada capacidad de convocatoria, justo cuando más razones hay para reivindicar: la escalada de la cesta de la compra, los intereses de las hipotecas, los precios de la luz y la gasolina y, como colofón, la precariedad. Deterioro para la mayoría, empobrecimiento para demasiados. Con jóvenes, mujeres y colectivos vulnerables en la diana.
Me preocupa que las proclamas del 1 de Mayo (convoque quien convoque) se hayan quedado en puro divertimento para turistas. Y me preocupa porque sigo creyendo en el poder de la calle y de la opinión pública. Porque estoy convencida de que las decisiones que cambian la vida de la gente, las que se toman en el Consejo de Ministros y las que acuerdan quienes tienen capacidad de liderazgo, las promovemos entre todos. El Gobierno subió en febrero el Salario Mínimo y esta semana hemos sabido que gigantes como Telefónica, Orange y Vodafone ya han aprobado incrementos salariales que van del 3 al 8%. No es suficiente (nunca lo es) pero importa por el efecto dominó que desencadenará. ¿Nunca toca subir los salarios? A ver si gracias a los guiris, ¡ahora sí!
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