La ciudad y los días
Carlos Colón
Nunca estuvieron todos
La Resaca
¿Qué pensarían los jugadores del Xerez cuando miraban hacia las gradas, esas gradas a las que tanto deben, y las vieran prácticamente vacías? ¿Qué les dictaría su conciencia ante el deprimente espectáculo? ¿Serán tan pobres de espíritu que no sentían un escalofrío en el alma? De ellos, después de nueve meses de carencias absolutas, nos podemos esperar cualquier cosa. Y si creen que esta pírrica victoria va a servir para tapar la indecencia de una temporada como la que han dado, creo que se equivocan. Ganarle al Barcelona chico el último partido de Liga sólo va a posibilitar que se acentúe el triste recuerdo que han dejado y que han llevado al equipo a un descenso vergonzante. Su conciencia, ni mucho menos, va a limpiarse con un dos a uno desesperado; máxime cuando el resultado fue sacado adelante por los jóvenes canteranos. A los otros, a los que se llaman profesionales y que han estado perdidos -algunos, además, se han quitado de en medio-, la mancha imborrable en su historial la van a llevar para siempre y, si no, en Jerez nos encargaremos de recordárselo.
Fue una tarde con muchos atractivos para dejar al Xerez a su suerte. El equipo se lo tiene merecido, también el club, los dirigentes, los jugadores… El Cristo salía a la calle ante la alegría de una ciudad expectante. ¡Como para ir a Chapín a ver a una panda que no ha dado una a derechas -ni a izquierdas- durante toda la temporada! Aun así, alrededor de dos mil héroes fueron a contemplar el último estertor de una agonía que se manifestó casi desde Navidad.
Ahora, cuando la Liga ha terminado definitivamente, cuando lo deportivo -eso que nosotros no hemos visto a lo largo de todas las jornadas- dé paso al drama que se cuece en el club, será el tiempo de buscar milagros que corten las infinitas malas hierbas que pueblan la entidad; milagros que pasan por mucho dinero pero, sobre todo, por buscar personas sensatas -y honradas - que sean capaces de poner a flote una nave absolutamente escorada hacia el destino implacable de la desaparición; una nave muy tocada en la línea de flotación por la inconsciencia de algunos -bastantes- que creyeron que un club de fútbol era lo adecuado para medrar y conquistar parcelas de poder y otras muchas cosas. Espero que el tiempo y la historia, lo mismo que ha puesto a un equipo perdedor en el sitio del descenso por sus muchos deméritos, pongan a aquellos en el lugar que les corresponde. Muchas gracias por su semanal fidelidad.
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