Tierra de nadie
¿Por qué?
Gafas de cerca
Condenan a un picador por pegar a su antiguo cuñado en Nochevieja, avisa el título del alucinante artículo de Luis Lastra en este periódico. Dos años de trullo por darle un vasazo en la cara al hermano de su mujer o al marido de su hermana, un cuñado al cabo, y más 34.000 euros de indemnización y tres años retirado de toda cercanía del odiado allegado al que partió el rostro. Quizá dos de ellos sin remisión, porque los que pasará a la sombra cuentan, supongo.
Mientras, a un océano de distancia y otro de estatus, Joe Biden, presidente saliente de Estados Unidos, ha indultado preventiva y eternamente a su hijo antes de desalojar la Casa Blanca. Limpio de polvo y paja. Yo no he querido saber los detalles judiciales del tema: no sé usted, pero bastante tenemos con los laberintos que no cesan aquí. Me interesaba el papel de la madre del indultado, pero falleció cuando el absuelto tenía unos añitos, así que será Jill la que lo habrá motivo en vereda: “Joe, no te vayas a arrugar y haz lo que tienes que hacer, pero a la voz de ya: es tu hijo, debes hacerlo por los nietos y por todos nosotros, y aquí paz y después gloria”. “No caigo ahora a qué te refieres...”. “¡O my God! ¡al indulto, leche!”.
Se imagina uno a José Mota haciendo de viejo dando la brasa con su mili: “Dices tú de Putin ”. Ya uno no sabe si tildar a algún suceso escandaloso, pero, desde lejos y ‘ende’ el respeto, el indulto me parece un concepto jurídico de lo menos progresista, con regusto dictatorial y feudal. No hubo indulto para el picador que en vez de pedir al de al lado el famoso “sujétame el cubata”, se lo rompió con vaso de sidra en el ojo a su cuñado. Para sacarse de la chistera el perdón pasado, presente y futuro de su chiquillo por su mala cabeza, hay que ser presidente. De autocráticas y graciosas maneras. O sea, el provecto Mr. President saliente se declara fervoroso creyente en la Justicia, y no como el golpista de Trump, pero ha cambiado de opinión.
No es mundo para picaores de La Algaba (Sevilla). Si para viejos, si eres presidente de Estados Unidos. Una vez montado en el trono, parece que, si puede dar el mangazo, a unas malas se dará. Sea, allí, para blanquear a la progenie (y de paso, a Trump), sea, aquí, para conseguir los escaños de otros golpistas, más versallescos, o sea, menos bastos. Y más catalanes, que era lo que tocaba para cuadrar el cubo de Rubik de la constelación del poder, que aún dispone de patente de corso en algo que debe ser serio, supongo, como indultar... a quien me convenga. A veces por un puñado de votos,
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