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Suma y sigue el fin de semana de una ciudad que presta oído al fallecimiento de Alfonso XIII. Hoy ilustramos este ‘Jerez íntimo’ con su presencia histórica en la inauguración del monumento a Primo de Rivera. Alfonso XIII visitó Jerez en varias ocasiones. Aquel luctuoso fin de semana se jugaba en el Estadio Domecq el partido Xerez-Castellón. Campeonato Nacional de Liga de Segunda División. El partido comenzaría a las cuatro de la tarde. Y, para contribuir a la suscripción nacional pro damnificados, la entrada adquirida en taquilla estaba gravada con una peseta. Las probables alineaciones que presentarían ambos equipos serían las siguientes: Xerez: Larios, Mariano y Jiménez; Núñez, Segura y Paulino; Ventura, Rogelio, Rufo, Pichi y Ruibal. Castellón: Pérez, Medrano y Selma Antonio, Guillén y Santolaria; Arnau, Hernández, Basilio, Sazón y Piza. No se sabía a priori ciertamente el árbitro designado, pero todo apuntaba al señor Plaza. El doctor c. Marco Zaldúa -médico odontólogo- y su consulta “de enfermedades de boca y dientes”, abierta de diez de la mañana a una de la tarde y de tres a seis, sentaba plaza en Puerta de Sevilla 1. Manuel Ruiz Cortina ostentaba la delegación para la provincia de Cádiz de Cantabria S. A. Seguros, en “calle Ingeniero González Quijano (antes Franco) número 27”.
En la mañana del domingo 2 de marzo de 1941 se congregaron las Juventudes Masculinas de Acción Católica de Jerez para asistir al acto solemne de la inauguración del nuevo Centro Parroquial de Santiago. La ceremonia tuvo lugar a las doce del mediodía oficiando el arcipreste de la ciudad doctor Corona Humanes, quien pronunció un breve y bien medido discurso tras la bendición. Hizo lo propio el presidente de dicha Juventud Carlos Puerto Aragón. El nuevo Centro de Acción Católica se instaló en el número 56 de la calle Marqués de Casa Arizón. José Aguilar López, con motivo de la celebración del Santo Ángel, constataría en negro sobre blanco que “la fiesta del Santo Angel de la Guarda trae a nuestra memoria los más admirables modos con que la Providencia gobierna y asiste a los hombres; la designación para cada uno de un Angel de su guarda, que en todas las ocasiones asiste a nuestros actos y recorre con nosotros el camino desde el nacimiento hasta la muerte. Presencia invisible pero cierta y consoladora cuando se la mira con los ojos de la fe y como una demostración de la vigilancia y atención con que Dios procura ayudar a nuestra necesidad de apoyo y consejo”. No resulta tan sólo necesario rendir culto a la película “¡Qué bello es vivir!” para advertir la presencia invisible pero harto efectiva del ángel que nos ha tocado en suerte. Esta certeza protectora nos alivia la andadura y las andanzas del camino. La travesía -a veces indómita- de la vida.
El hombre justo guarda correspondencia con su ángel custodio. El mentado José Aguilar consideraba en 1941 que “por este significado que el Ángel Custodio tiene para con los hombres, y la semejanza que en lo humano guardan los encargados del orden y la paz en la sociedad, alta misión de protección y vigilancia, celebraron ayer -por el sábado 1 de marzo- como suya esta fiesta, puesto que tienen por Patrono al Santo Angel de la Guarda, las fuerzas de la Policía Armada y el Cuerpo de Investigación y Vigilancia de esta ciudad”. Por este motivo, el de la festividad del Santo Ángel, patrón de la policía gubernativa, se celebró a las once de la mañana en la iglesia de San Dionisio solemne funeral en conmemoración de los caídos del Cuerpo de Investigación y Vigilancia de las fuerzas de la Policía Armada. Después de la vigilia, se cantó misa de réquiem, acompañada al armonium, oficiando el coadjutor José María Pastor Ojeda, y actuando de diácono y subdiácono José Mier Terán y Manuel Romero, y los asistentes Mariano Lizasur y Manuel Robles. Al final se entonó un responso. En la nave central del templo se había levantado severo catafalco rodeado de blandones. Allí dieron guardia de honor, durante la ceremonia, seis números de las fuerzas de la Policía Armada (todos ellos al mando de un cabo).
Ocuparon lugares preferentes el inspector jefe del Cuerpo de Investigación y Vigilancia Mariano Gutiérrez Santamaría, así como el capitán de las fuerzas de la Policía Armada Bartolomé Chacón Molina, juntamente con el teniente de alcalde Enrique O’Neale Orbaneja, que ostentaba la representación de la alcaldía, el capitán de la Guardia Civil Eduardo Comas Añino, el canónigo de la Santa Iglesia Colegial José María Rodríguez Sánchez, el prior de los Carmelitas fray Luis Fernández Cala, representaciones de todos los Cuerpos y Unidades de la Guarnición y distinguidas personas. Por descontado la concurrencia de fieles fue numerosísima. Encontrándose entre ellos todos los funcionarios del Cuerpo de Investigación y Vigilancia y de las fuerzas de la Policía Armada, francos de servicio, y nutridas comisiones de la Guardia Civil y Carabineros. En Jerez entonces muchos niños rezaban aquello de “Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. Las horas que pasan, las horas del día, si tú estás conmigo, serán de alegría”.
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