La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
Jerez íntimo
Año 1951 -y su calendario reversible- en Jerez. La sociedad da pares y nones a los estragos de la posguerra. En cuestiones del hambre nadie se debate entre Pinto y Valdemoro. La peor época ya es tornadizo pasto del olvido. La claridad asoma en lontananza. Planea como una poética alegría sobre la ciudad. Hay ropa tendida nunca como eufemismo de doble lectura. Las tardes de enero por veces caen ora llameantes de sol ora alicatadas de un frio polar impropio del sur del Sur. Calle Larga arriba algún muchacho bizquea cuando -tímido, envuelto en la mudez de las a veces imposibles cosas del querer- advierte el caminar garboso de la niña de sus ojos. Un sí es no es la margarita que deshoja interiormente la albiceleste ilusión de este enamorado inconfeso. No todo sucede por azares. Tampoco todo jerezano posee ares y mares. El ciudadano se ganaba el plato de habichuelas con el sudor de su frente. Como evangélicamente está mandado. La delincuencia brilla por su ausencia. Los mejores aparatos de radio se adquirían en Abrines. De sus entrañas brota las ‘Coplas del kirikikí’ de Lola Flores: “Pero al momento ‘mare', pero al momento,/ sus palabras de amores se lleva el viento”.
El miércoles 28 de febrero se celebró en la iglesia del Carmen Coronada un solemne funeral que el Real Círculo Lebrero dedica en sufragio del que fue su presidente de Honor S. M. don Alfonso XIII (q, s. s. g. g.), de su socio fallecido en el mismo año, don Francisco Hernández Rubio y demás socios fallecidos en años anteriores. En la tarde del lunes 26 fue conducido al cementerio de Nuestra Señora de la Merced el cadáver de Vicenta Ortuño Gómez, viuda de Leandro Aguirre Díaz. Muchísimos jerezanos expresaron su pésame a sus hijas María, Josefa y Vicenta, así como también a sus hijos políticos Antonio Suffo Ramos, Antonio Abrisqueta Álvarez y José Sampalo Tortolero.
El 20 de febrero, de regreso de su viaje a Canarias, llegó a Jerez, la reverendísima madre general de las Hijas de María Auxiliadora, madre Linda Lucotti, superiora de la congregación de la Casa Madre de Turín (Italia), quien viene recorriendo, en viaje de inspección, las diversas casas que dicho título salesiano tiene en España. Llegó acompañada de la inspectora provincial sor Celestina Figari y de su secretaria sor Julia Paolí, siendo a su vez recibidas en la estación por la reverenda madre superiora del colegio de la calle Pedro Alonso, varias religiosas y un grupo de alumnas y ex alumnas de dicho centro. Ya en las instalaciones del mismo aguardaban la llegada de religiosa tanto la comunidad como el párroco de San Miguel, doctor don Rafael Rodríguez González, el director del Oratorio Festivo Domingo Savio, el reverendo padre don Ildefonso Gómez Calama y el religioso salesiano don Manuel Pérez Sánchez, entre otras muy distinguidas personas. Todos dispersaron a la madre general un cariñoso recibimiento. Hospitalidad en grado sumo. En la capilla del colegio tuvo lugar un piadoso acto.
Allí precisamente esperaban a la madre Lucotti las niñas del Oratorio del Colegio. La acogieron entre aplausos y entusiastas vítores. Acto seguido comenzó una simpática velada presidida por la protagonista de tan ilustre visita, sobre un estado adornado de rojos damascos y las banderas de Italia y España. Tras el himno, cantado a coro por las alumnas del colegio, el director del Oratorio Festivo hizo uso de la palabra para expresar sentidas palabras de introito y bienvenida. A continuación recitaría una poesía -nunca de nuevo cuño pero sí de propio puño- la alumna Carmen Vidal. A dúo con la alumna Mercedes Marcos -quien a su vez pronunció un breve discurso en nombre de todas sus compañeras- entregaron a Linda Lucotti un llamativo ramo de flores naturales. Tuvo igualmente turno de intervención la presidenta de Antiguas Alumnas doña Carmen Reina, encargada de entregar un presente a quien honraba con su presencia. Con emotivo mensaje cerró la convocatoria la inspectora de Primera Enseñanza doña María Galiana. La reverendísima madre general saldría de inmediato para San José del Valle y así visitar la casa de noviciado de dicha barriada.
Nota bene: Ermelinda Lucotti, más tarde conocida simplemente como madre Linda, nació en Mede Lomellina el 30 de octubre de 1879, hija de Roberto Lucotti y Giuseppina Bellola. A los 15 años, perdió a su padre y se convirtió tanto en la mano derecha de su madre en la dirección de la panadería familiar como en el ángel de la guarda de sus dos hermanos. Catequista en la parroquia por invitación del párroco. Llamada a la vida religiosa, maduró su vocación salesiana en un curso de ejercicios espirituales en Nizza Monferrato. Al año siguiente, el 7 de agosto de 1902, pide entrar en el Instituto de las FMA, donde emite la profesión religiosa el 25 de abril de 1905.
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