Jerez 2025: ración y media de breverías cofradieras

Jerez íntimo

Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas.
Santísimo Cristo de la Coronación de Espinas.

El encorsetamiento al que a menudo sometemos todo cuanto concierna a la ortodoxia cofradiera necesita, de cuando en vez, el oxígeno de cierta liberación de formas. Incluso en la usanza de sus géneros literarios. Romper ataduras coadyuva al aperturismo y ensancha el pensamiento. Algunos cofrades -los menos- pueden mostrarse tan totalizadores como excluyentes -según sople la rosa de los vientos-. Para ellos, ración y media de vanguardias. No todo es verso o crónica. Opinión o reseña. Hoy doy rienda suelta a la imaginación y apuesto por la frase corta, directa, por el aforismo, por la brevería. Frases aisladas e independientes las unas de las otras. Veamos…

El brazo de un candelabro de cola es el signo de interrogación que nos invade una vez contemplamos el final de la cofradía. En los cirios que se alzan al cuadril por manos arrugadas se acumulan verdades como puños. En el espejo del agua de la lluvia que no cae se refleja el otro yo que nunca nos acompaña. Un paraguas abierto en torno a una cofradía es como un parasol de luto por la muerte del buen tiempo. Al diputado de Cruz de Guía de una cofradía de estricta penitencia siempre amenaza la fantasmagoría de una acuciante fatalidad: que el cortejo de nazarenos decida no seguirle en la próxima callejuela. Las sillas de los palcos ya tienen sensación de abandono cuando caen las primeras gotas de un inminente aguacero. Para una cofradía que llega puntual a los controles el movimiento siempre se demuestra andando. Las gafas que sobresalen del antifaz nunca observan a ojo de buen cubero. La expresión más veraniega de una cofradía siempre asoma por las sandalias a pie desnudo de los nazarenos.

Los altos capirotes parecen apuntar a la diana del cielo. El libro de difuntos de la cofradía acoge al cortejo que fue. Los nazarenos que calzan manoletinas siempre salen por la Puerta Grande del templo. Las medidas exactas del paso de palio de la Virgen del Valle demuestran que donde hay patrón cofradiero no mandan marineros. Son manos de alfarera las de aquella nazarena que moldea la cera caliente que rodea el pabilo encendido de su cirio al bastón. Las bocinas que descansan sobre el hombro del penitente están ahítas de música y soplido. Una torrija de miel tiene algo de colchoneta hinchable para el disfrute del apetito cuaresmal. Los cirios enhiestos de una candelería de paso de palio nunca obedecen a la improvisada orden de “¡rompan filas!”. La Luna de Nisán es tan generosa que nunca nos cobrará su factura de la luz. La admiración del público se hace unánime cuando todos escuchan la música del silencio. El solo de corneta siempre está acompañado de mucho público.

En los signos de admiración de “¡Esperanza, guapa!” ya se dibujan las primeras lágrimas. Los pájaros que el Domingo de Ramos vuelan raso se convierten instantáneamente, por la ortodoxia de las aceras, en nuevos peatones. Un cofrade que hace footing se siente como pez en el agua cuando pisa la Carrera Oficial. No es lo mismo la cola de nazarenos llegando a su sede canónica que los nazarenos de cola llegando a su sede canónica. The Beatles nunca encontraron cofradías cuando cruzaron en fila india el célebre paso de peatones de Londres. Ese nazareno de esparto y negra túnica de cola tiene algo de Paco Rabal en la película ‘Currito de la Cruz’. El reloj de pulsera del fiscal del paso de palio es, más que nunca, la alianza del tiempo. El carbón hace mulato al incienso. Nunca fue intención de ningún florista hacer vudú sobre el corcho troncal de la piña de flores para matar el tiempo de su faena. El tío de la capa de Sandeman jamás perteneció a una cofradía de cola. Puestas a escoger, las golondrinas siempre eligen los colores de la Coronación de Espinas. Ya los hermanos mayores no son demasiado mayores. Que los cofrades del Santo Crucifijo supieron acertar con el diseño de su paso de palio… ¡eso es de cajón!

Un abuelo nazareno con su nieto monaguillo de la mano hace inmortal a la cofradía. La palabra “guía” en la Semana Santa de Jerez multiplica su ascendencia: Cruz de Guía, Ermita de Guía, contraguía, la guía de Paullada… El arroz con leche parece que también tiene textura de manos de abuelas que ya no están entre nosotros. El cofrade jamás se juega la fortaleza de su Fe a cara o cruz. La cofradía que va de vuelta nunca da la espalda a nadie. El director de cofradía perfeccionista coloca en la presidencia del Señor al representante militar teniente coronel junto al nazareno teniente hermano mayor. Se nos despierta ya el apetito cuando observamos la antepresidencia del sector hostelero en la Hermandad de Santa Marta.Admitámoslo: el Senatus es el atributo que nos cae antipático por su carácter pagano. La firma más insatisfecha es la del diputado de Cruz de Guía cuya cofradía ha acumulado retrasos de terceros. El monumento a las cofradías de Cristina jamás podrá responder a la voz “¡Venga de frente!”. Al cofrade jerezano del procomún le sucedió con el tintinábulo y el conopeo lo mismo que con Andy y Lucas: que tardó años en distinguirlos e identificarlos.

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