Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
JEREZ ÍNTIMO
Jerez vivirá -en apenas un salto de piedra del calendario- el anhelado acontecimiento de la Procesión Magna. Las dificultades y los entronques -e incluso los enroques- organizativos pronto se conmutarán por el aura de magnificencia que la convocatoria conlleva. Me embosco y no embozo en el libro de San Luis -Luis María Grignion de Monfort- como tratado de la clara devoción a la Virgen María. Jerez, que se abrirá como la pulpa de una ofrenda. A la Madre de Dios. Y los jerezanos haremos nuestro el lema que san Juan Pablo II tomó -como lema incluso- del mencionado santo: “Soy todo tuyo, oh Maria, y todo cuanto tenga tuyo es”. Sí, a Jesús por María. “Nada sin María, todo con Ella”, como nos recuerda y recalca a cada paso nuestro obispo don José Rico Pavés. En los momentos de dificultades personales, hay que volver la mirada hacia María. Acogiéndonos al celebérrimo ‘Totus Tuus’. Hoy por hoy no necesitamos desempeñar funciones de bibliotecario en París para acercarnos a libros dedicados a la Santísima Virgen. Proponiendo apriorísticamente un centón de volúmenes y un collage de títulos o de textos harto recomendables enumeremos algunos -a guisa de ejemplo- como la encíclica ‘Redemptoris Mater’. O, también bellísima en su escritura, la exhortación ‘Marialis cultus’. Otra lectura reconfortante la hallamos en ‘El Evangelio secreto de la Virgen María’, de Santiago Martín, FM. O el trabajo -tan seguido por miles de lectores- de Javier Suárez-Guanes de calmo y sonoro título: ‘La doncella de Nazaret’. No me resisto a pesar por alto el ya clásico ‘Lo que María guardaba en su corazón’ de José María Pemán.
Jerez también ha tenido otra nueva oportunidad de acercarse a la Virgen María a través del recentísimo desarrollo de la anual convocatoria quiérase de categoría académica que, bajo el epígrafe genérico de Semana de Teología, cada año acoge la Casa de la Iglesia Asidonia-Jerez. La propuesta es invariablemente de altura. El enfoque programático no pierde enteros. En esta edición -la XXXV- a partir además de una invitación de envergadura: profundizar en la figura de la Virgen María. “Ella es la guía segura para los cristianos”, dijo Benedicto XVI, como una constelación de beldades en su visita al santuario de Etzelsbach. Quiero detenerme en la ponencia, tan edificante como aleccionadora, que cerró el cartel de ponentes. Antes de entrar en la harina de este costal, parece justo apostillar el brillante quehacer -¡tan profesional!- que realiza el joven Jesús Bazán desde la delegación de Medios de Comunicación del obispado de Jerez. En el éxito de la Semana de Teología asimismo ha tenido mucho que ver el excelente trabajo -dinámico, preciso- de Jesús. Tanto en las previas como en las crónicas. Jesús sabe medir los tiempos, priorizar el mensaje, desligar la esencia del subtexto, espigar los titulares… Cuando recibo las informaciones cursadas por Bazán no puedo evitar retrotraerme a las referencias que
durante veinticinco años me ha venido ofreciendo -sin pérdida de vigencia- un libro -regalo entrañable de mi hermano Víctor- indispensable: ‘Periodistas de primera, cristianos de verdad’ cuyo contenido compila todas las conferencias e intervenciones del Primer Encuentro Diocesano de Comunicadores Sociales que tuvo lugar en Madrid a finales del año 2000 y contara con la organización del Consejo Diocesano de Laicos y la delegación de Medios de Comunicación Social del Arzobispado de Madrid bajo la temática ‘La misión de los fieles laicos en la Comunicación Social’.
La XXXV Semana de Teología -decía- no pudo cerrarse de manera más redonda. Al margen de los afectos personales que profeso hacia quienes considero, además de compañeros (“de Academia”, como entrecomillaba en sus dedicatorias de libros Andrés Luis Cañadas, y del Centro de Estudios Históricos Jerezanos), cómplices y amigos con tácito pacto de sangre, y, a fuer de ser objetivo, y ante este nunca donoso escrutinio corrobora mi posicionamiento Lala Prieto Enríquez, así como no pocos de los muchos asistentes aquella tarde del pasado 19 de septiembre al Auditorio San Juan Pablo II, a nadie escapa que colocar a dúo, sobre una tribuna de oradores, a Francisco Antonio García Romero y a Eugenio Vega Geán es apostar doble contra sencillo a la carta de la eficacia, el rigor y el aporte y reporte de datos históricos que enriquecen el conocimiento. Abordaron -cómo nos ilustraron y cómo nos divertimos “aprendiendo” a la par- la “Fenomenología de la devoción mariana: su anclaje en el mundo mediterráneo”. Quienes tomamos apuntes no dábamos abasto: la devoción a la Virgen María que trasciende especialmente en las regiones que poseían cultos de signo matriarcal, la conexión etnográfica y religiosa timilenaria con componentes psicohistóricos y psicobiológicos, el caso paradigmático de la devoción a la Virgen del Rocio, las devocional marianas pasionistas, el vino nuevo en odres viejos según la parábola evangélica, diosas mediterráneas por encima de dioses indoeuropeos, paganismo funcional y enculturación, originalidad del cristianismo, ‘La República’ de Platón… Todo ello precedido por las palabras de introito del bueno de don Juan Azcárate. ¿Quién da más?
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