Jerez y aquel verano de 1953: Martín Hidalgo, Rodrigo Daza, la procesión del Carmen… (I)

JEREZ ÍNTIMO

José Juan Arcas, José Moreno Alonso y el sacerdote Anselmo Andrades.
José Juan Arcas, José Moreno Alonso y el sacerdote Anselmo Andrades.

12 de julio 2024 - 06:00

¿Qué acontecería en nuestra ciudad tales días como los corrientes hace la nada desdeñable cifra de unos setenta años sobre poco más o menos? Señalemos con el dedo índice de la mano derecha un almanaque de principios de la década de los cincuenta. Por ejemplo 1953. Hace ya la de Noé. Setenta años más uno. Jerez no era una ciudad meridianamente contrapuesta a la que nuestro imaginario romántico pueda siluetearnos, pero sí, por descontado, hija de su época. En nuestra boca se demora ahora el sabor avellanado de cuanto nos relataron nuestros padres y abuelos (cuyos capítulos bien merecían el nombre de la taguara -con enseña floreada- que aparece en la página 127 de la deslumbrante novela de Alejo Carpentier ‘Los pasos perdidos’: esto es: ‘Los Recuerdos del Porvenir’). Algunos cronistas de la época considerarían que, por fases, la ciudad podría amodorrarse bajo las ordenanzas de altas temperaturas instadas por don Lorenzo. Otros, sin embargo, que Jerez se vivificaba por tramos al hilo -que no al abrigo- de los meses estivales. Ni tanto ni tan calvo. En el término medio radica la virtud de una localidad cuyos resortes vitales no decaían al son de la canícula. Si elegimos de sopetón el sábado 6 de junio del citado año 1953 -prolegómenos de tiempo vacacional- podemos destacar que, presentado por José Juan Arcas, el orador cordobés Pedro Palop pronunció una ponencia en la Academia de San Dionisio con sede entonces en la calle Letrados. La charla llevó por título ‘Tauromaquia’ y las invitaciones habrían de recogerse en el Negociado de Instrucción Pública del Excelentísimo Ayuntamiento o bien en la conserjería del Casino Jerezano.

Contrajeron matrimonio en la iglesia de San Miguel María Cristina Muñoz Botet y Juan Balbás de los Ríos. Aprobó su primer año de carrera en la Escuela Profesional de Comercio la joven estudiante Milagros Pacheco Sala, hija de los señores Pacheco Taltabull (Ignacio). Nieves Muñoz Romero -hija de los señores Muñoz Valiente (José María)- hizo su Primera Comunión en la Capilla del Colegio de la Milagrosa. Asimismo el niño Isidro Martínez Garrido, hijo de Carolina Garrido Narváez e Isidoro Martínez Llorente. También Pepito Moreno Domingo, hijo del conocido José Moreno Alonso, destacado cofrade fundador además de varias Hermandades. Celebró la Santa Misa el reverendo padre don Carlos Huarte, quien hizo canto hermoso a la Eucaristía -entonándose motetes eucarísticos por un nutrido coro de voces infantiles dirigidos por un hermano de las Escuelas Cristianas-. Finalizado el acto, el nuevo comulgante procedió a la ofrenda de la vela de la ceremonia a las Veneradas Imágenes de la Hermandad de los Dolores (Tres Caídas).

Días antes, el miércoles 3, y ante la presencia del párroco de San Pedro, Anselmo Andrades García, firmaron su contrato de esponsales la señorita Luisa Piñero Vázquez y José Pérez Sucino. Por ambas partes fueron testigos Antonio Roldán Saborido, Manuel Troya Macías, Julián Cobos, Manuel Lorente Roldán, José María Chica y José Lorente Roldán. Terminó brillantemente los estudios de Náutica en “La Coruña” Emilio Martín Hidalgo, quien llegó procedente de aquella capital al puerto de Cádiz -a bordo del ‘Poeta Arola’-. El viernes 5 marcharía al campo para pasar así la temporada junto a sus hermanos en la finca de Montealegre. El día 1 de junio contrajeron matrimonio en la iglesia parroquial de San Marcos Elvira Alonso y Rodrigo Daza. El día 3 recibiría por vez primera “el Pan de los Ángeles”, en la iglesia de Santiago, el niño José María Lozano Romero.

El viernes 5 estuvo repleto de sucesos e incidentes punto menos que llamativos. Alguno incluso curioso. Otros, no tanto. En la calle Arcos, esquina a la de Gaspar Fernández, fue agredido un joven que sufrió heridas de carácter leve. De veintiún años de edad, respondía al nombre de Francisco Nieto Ramírez. Con domicilio en Gaspar Fernández número 13. Se encontraba tranquilamente enfrascado en la lectura de una novela de aventuras. Sentado en un bar que allí reunía selecta clientela. Repentinamente, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, recibió bruscos porrazos en el rostro -para observar seguidamente, tan pronto pudo reponerse, cómo otro joven huía a toda pastilla-. De este suceso sin aparente explicación se dio cuenta al Juzgado Municipal de guardia. Casi simultáneamente, en la calle Clavel -cercanías de su domicilio sito en el número 19- fue mordido por un perro Enrique Pina Sánchez, de 50 años de edad. Tuvo que ser asistido en la Casa de Socorro de Alvar Núñez. Similar infortunio corrió Diego Rodríguez Labrador, de 50 años, con domicilio en la calle Sor Eulalia número 13, quien fuera atendido -en la Casa de Socorro del Hospital Santa Isabel- de una herida incisa en la región dorsal de la mano izquierda -con cinco centímetros de extensión-. Dicha lesión sería consecuencia de una pelea originada en la calle San Juan.

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