La Rayuela
Lola Quero
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El balcón del lector
Los vinos de Jerez son verdaderos tesoros. Gracias al clima de una tierra albariza calcárea, milenaria y fértil, capaz de abastecer a los viñedos de la campiña con el poco agua de lluvia que cae durante el año. Jerez está repleto de bodegas, grandes y pequeñas, que crían vinos únicos en el mundo. Gracias al sistema de soleras y criaderas y al cariño de bodegueros, enólogos y capataces… Todo para lograr vinos tan extraordinarios como el Fino, la Manzanilla, el Amontillado, el Oloroso o el Palo Cortado, todos ellos de una sola variedad de uva, la versátil palomino fino. Jerez también cría Moscatel y Pedro Ximénez (PX). Y gracias a ellos, se obtienen otros como el Cream o el Medium.
El más joven de estos vinos tendrá en torno a cuatro años, lo que sería un Gran Reserva en cualquier otra D.O, alcanzando un importante reconocimiento allá donde se disfrutara. En Jerez tenemos grandes vinos de mesa. Me atrevería a decir, los mejores vinos de mesa. Con la posibilidad de poder ir disfrutando cada tipo, maridándolo con un plato incluido el postre.
Los jereces no son tan solo vinos de copeo, de aperitivo o de feria. No. Sendas maravillas vinícolas no pueden reducirse a eso. No deberíamos comenzar a copear con un Fino y pasarnos a un Rioja, Rueda…etc, menos aún en Jerez. No sabemos lo que tenemos en nuestra tierra. Quizás hay que enseñar y formar a beber vino de Jerez, comenzando por los propios jerezanos. Abriendo boca con un Amontillado, una Manzanilla, o un Cream, y disfrutando durante almuerzo de una copa de Fino con un buen pescado, o de una buena copa de Oloroso con cualquier carne ibérica. Los vinos de Jerez no son tan solo un acompañamiento al plato. Convierten cualquier comida en una experiencia gastronómica. Gracias a unas joyas llamadas vinos de Jerez.
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