El lado bueno
Lo que realmente importa
La Rayuela
Doña Juana, aquella reina que no reinó y permaneció encerrada en Tordesillas mientras su padre e hijo ejercían su poder, ha cargado a través de los siglos con la leyenda de su locura, de una supuesta enfermedad mental de tipo amoroso que se desbocó tras la muerte de su esposo, Felipe el Hermoso. Han tenido que pasar casi cinco siglos para que se produzca una revisión de aquel cliché histórico a través de trabajos como el de la hispanista Bethany Aram, quien sostiene que la madre del emperador Carlos en realidad hizo todo por su hijo, para garantizar la continuidad dinástica. Hasta habría engañado a los comuneros sublevados mediante el desempeño de un papel propio del contraespionaje. En definitiva, que no estaba loca, y que el apodo no era más que un infundio misógino. En los últimos años, otros historiadores han llegado a conclusiones similares que cambian la imagen de la reina chalada. Durante cinco siglos se impusieron quienes supieron contar mejor el relato.
Hoy tenemos en España otra Juana, Rivas, natural de Maracena, que arrastra una historia personal y pública con doble filo. Su batalla judicial por retener a sus hijos y en contra de su ex pareja, el italiano Francesco Arcuri, acumula ya más de siete años, pero la historia de los presuntos malos tratos, en lugar de movilizar a todo el país, se convirtió en un motivo de controversia y polarización ideológica. Y todo empezó seguramente con un mal relato público, como su tocaya la reina. Su huida de la justicia y su paseo por todos los platós de televisión en 2017 no ayudaron a darle la credibilidad que ella esperaba y que, en caso de confirmarse su historia, merecerían sus hijos.
Ahora sólo tiene un hijo menor custodiado por el padre, porque el otro ya es mayor y apoya a su madre. El pequeño ha pasado las vacaciones de Navidad en Granada y, como ocurrió tras aquel verano, Juana Rivas ha acudido a los juzgados para intentar suspender su regreso a Italia por los supuestos malos tratos del padre. A diferencia de aquella vez, una jueza de guardia ha atendido su petición tras escuchar al niño en otra cuenta atrás de infarto. También la Fiscalía ha adoptado una postura diferente y pide que se investigue el asunto. ¿Qué ha cambiado en este tiempo? Puede depender de la suerte, del humor o el criterio de un juez en un momento puntual, pero también ha cambiado el relato y el relator. El actual bufete jurídico dio un giro de 180 grados en la estrategia, alejando a Juana de los platós y de cualquier otra clase de locura.
También te puede interesar
El lado bueno
Lo que realmente importa
Envío
Rafael Sánchez Saus
Zuckerberg canta
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Llorecas de los días más tristes
La Rayuela
Lola Quero
Juana ya no está loca
Lo último