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El balcón
Pedro Sánchez marca tendencia. Mandó una carta y se dio cinco días de reflexión para quedarse. A continuación, Juanma Moreno abrió una crisis de gobierno y estableció cinco semanas para resolverla, hasta después de las elecciones europeas. Y tras las catalanas Oriol Junqueras se apunta: ha enviado una carta y ha iniciado un debate de cinco meses para ver si sigue o se va. Es la moda de primavera verano. Iván Redondo, gurú multiuso que estuvo con Sánchez en La Moncloa, antes con Monago en Extremadura y primero con Albiol en Cataluña sabe un rato largo de márquetin estratégico. Y tiene una máxima que ha dado título a un libro sobre él: La política o el arte de lo que no se ve.
Esta semana han aflorado detalles tras el resultado de Cataluña. Pero lo que no se ve aún es la actitud del gran capital que participó de hoz y coz en la locura del procés. La alta burguesía empresarial del Principado estuvo con los convergentes que se tiraron al monte del ultranacionalismo independentista. Un mes antes de las elecciones la cúpula de Foment del Treball, la gran patronal catalana, almorzó en Perpiñán con Puigdemont, el hombre que se hace llamar president en el exilio, en un acto de “normalidad institucional”.
El fracaso de los jefes del procés en estas elecciones ha llevado a la agencia de calificación Moody’s a mejorar la solvencia de la deuda regional. Y el influyente Círculo de Economía de Barcelona ha marcado un camino ingrato para los abonados a la polarización: propone un pacto “para repoblar el centro”. Su idea es que hay que salir de los bloques y pactar con fuerzas que tienen horizontes legítimos y en algunos aspectos confrontados. Según se mire, puede abrir la puerta a un acuerdo de PSC con Junts ahora u otro futuro entre Junts y el PP. Pero ambas cosas pasarían antes por la jubilación de Puigdemont.
A estas alturas, estamos al corriente de que Carles Puigdemont se agarra como una garrapata a la posibilidad de volver a la plaza de Sant Jaume para salir al balcón de la Generalitat a gritar como Tarradellas “ja sóc aquí”. Ha dicho que está en condiciones de formar un gobierno sólido. Tal cual. La derrota del procés en las elecciones no ha hecho mella en él. El resultado del domingo es un claro respaldo a la amnistía; un 80% de los diputados elegidos es partidario. Caben serias dudas sobre si ese criterio tendrá la misma aceptación en el resto de España. Difícilmente ocurrirá si los capitanes del procés, Puigdemont y Junqueras, siguen al frente de Junts y ERC. Pero ninguno de los dos parece querer irse. Al menos es lo que se ve.
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