Quizás
Mikel Lejarza
Toulouse
Brindis al sol
Laura Borràs, presidenta del Parlamento de Cataluña, está procurando, con el mayor cinismo, ignorar los acuerdos políticos que la obligan a dimitir, ya que va a ser juzgada por supuesta corrupción en el desempeño de un cargo anterior. Este conjunto de sórdidas maniobras ha sorprendido a muchos. Quizás porque desconocen que su actitud responde a una costumbre asumida, con la mayor normalidad, por gran parte de los militantes del nacionalismo étnico catalán. Basta desviar la culpabilidad hacia el represor Estado español para que el perseguido se convierta en víctima primero y en héroe después. Este perverso mecanismo de repartos, que convierte en banal cualquier falta de los nuestros, mientras que sirve, a su vez, como propaganda ofensiva contra España, funciona perfectamente desde que el clan de los Pujol lo puso en práctica de manera sistemática. Es un mecanismo simple pero de tanto éxito que hubiera sido ingenuo, como ha mostrado Laura Borràs, no ponerlo una vez más en práctica. Y tiene un éxito arrollador porque cuenta con la pasividad y el silencio de una mayoría ciudadana y, por otro lado, con el aplauso, rayando en matonismo, de una minoría independentista, que gana siempre porque consigue amedrantar a los otros. Sin embargo, esta vez ha surgido un gesto nada habitual que, por ello mismo, por inesperado, cabe resaltarlo. Alguien se ha rebelado desde dentro de esa mayoría silenciosa que constituye la comunidad universitaria en Cataluña. Hasta hora no pasaban de media docena los nombres que, en aquellas facultades, antes tan llenas de vida y libertad, se atrevían a disentir, exponiéndose a ser denigrados por el matonismo supremacista. Pero, por fin, en ese desierto universitario, sin apenas disidentes, ha hecho acto de presencia una voz que ha querido que su visión crítica sobre los recientes sucesos fuera más allá de lo que cuenta en sus elogiados libros. Esta vez, alguien, harto del hipócrita cinismo que ha soportado tanto tiempo, ha dicho, basta ya, y ha contado lo visto mientras fue profesor y director del departamento de Laura Borràs. Lo escrito sirve para comprender que las maniobras de ahora son las mismas empleadas por Borràs antaño, en las oposiciones en el departamento: los mismos jaleadores y el mismo amedrentamiento. E incluso ha recurrido a las mismas amenazas contra este sabio profesor emérito: Jordi Llovet. Esta prestigiosas figura de la literatura comparada ha sido obligado, pues, a recoger velas. Era necesario para que su ejemplo no cundiera. Pero, aunque en un desierto, Llovet ha dado una noble lección.
También te puede interesar
Quizás
Mikel Lejarza
Toulouse
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
El bien común
El mundo de ayer
Rafael Castaño
El camino no tomado
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
El himno a violín
Lo último
Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
La tribuna
Los muertos de diciembre
Editorial
Compromiso y lealtad institucional