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Quien quiera saber qué fueron, son y deben ser nuestras celebraciones festivas religiosas vaya a lo cotidiano, a lo íntimo. Procesiones y romerías, tan hermosas, son la puntual y breve expresión externa de una honda realidad interna que se vive todo el año. La punta del iceberg cuya masa está oculta bajo las aguas de los días. El Señor del Gran Poder y la Esperanza Macarena –las dos devociones mayoritarias de la ciudad– representan lo que representan en las calles durante ocho y 12 horas gracias a las 8760 horas que están en sus templos todo el año. En la Madrugada emerge esa pequeña punta del gigantesco iceberg de visitas diarias, cultos, oraciones, estampas en las carteras y los hogares. La conmoción trágica y la conmoción feliz -tan hermanadas por las lágrimas- que suscitan el Gran Poder y la Macarena en la Madrugada son el desbordamiento de la diaria devoción. Sin la una, la otra sería solo espectáculo.
El Rocío, como es propio de las romerías, es alegría, cante, baile, fiesta. Pero no solo eso. Esta es la punta del iceberg. Lo sustentador, lo que da sentido, lo que hace que la fiesta tenga su medida y su belleza, es la devoción a la Virgen del Rocío. Si se prescinde de ella, todo pierde su sentido y se hace superficialmente vulgar. En cambio, si por alguna razón luctuosa –como la tragedia de estos días: más de 200 víctimas ya– se renuncia a lo festivo, la esencia, la devoción, se muestra en toda su verdad.
Buena lección ha dado la Junta de Gobierno del Rocío de Triana con su comunicado: “En señal de condolencia con las familias de los fallecidos y desaparecidos en las inundaciones acaecidas se ha decidido suspender la tradicional convivencia que se celebraría en nuestra Casa Hermandad mañana, festividad de Todos los Santos. La peregrinación al Santuario del Rocío se llevará a cabo con el respeto y solemnidad de siempre, celebrándose Santa Misa y Salve cantada a las plantas de Nuestra Señora del Rocío… A la llegada de nuestro Simpecado a la capilla de la Casa de Hermandad se rezará el Santo Rosario en el que nos uniremos en oración por las almas de los fallecidos, por el consuelo de sus familias y por la pronta recuperación de las zonas afectadas, implorando a la Santísima Virgen del Rocío su protección y bendición con una Salve de despedida”. Este es el cuerpo sumergido del iceberg. Lo esencial. Lo que da sentido.
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