El libro de un asesino

El salón de los espejos

24 de marzo 2025 - 03:05

El debate es perverso y no tiene nada que ver con la libertad de expresión, ni mucho menos con la calidad literaria. Absolutamente nada. La editorial Anagrama ha retirado de manera ¿voluntaria? (desde luego no definitivamente todavía) la distribución del libro El odio del escritor Luisgé Martín en el que cuenta el relato de José Bretón sobre el asesinato de sus dos hijos de dos y seis años en 2011 en Córdoba, en un caso claro de violencia vicaria y por el que ha sido condenado a 40 años de prisión.

Luisgé Martín es un reconocido y respetado escritor que ha tratado de descifrar la mente de un asesino, la de un psicópata con el que ha intercambiado más de sesenta cartas, varias conversaciones telefónicas y hasta una entrevista en la cárcel. Según ha explicado, se trata de una prospección psicológica sobre una persona que encarna “el mal absoluto”. Quería hacer un retrato oscuro del asesino y de la miseria humana.

Es evidente que el género no es nuevo. Truman Capote lo elevó a la máxima categoría con su A sangre fría. Pero las circunstancias no son iguales, por más que todos los asesinatos sean deleznables. Porque estamos hablando de una herida abierta y sangrante. De una herida que el asesino, además, se empeña en hurgar cada vez que puede. Y no. No debemos permitirlo bajo ningún concepto.

La sociedad actual ya sabe que la violencia de género tenía todavía una cara peor. La de quienes eligen lo más preciado de sus parejas o ex parejas para hacerles el máximo daño posible. La violencia vicaria no se acaba cuando el asesino da con sus huesos en la cárcel, aunque sea con una condena abultada. La madre de esos niños, a la que no nombro por respeto a su dolor, ha tenido que pedir amparo para no ser revictimizada. No quiere que la terrible intimidad del asesinato de sus hijos sea de dominio público. Bastante soñará ella ya con cada detalle de aquellos terribles momentos como para estar pensando que el asesino ha contado a un escritor lo que no tuvo valor de decir ante los jueces.

Las informaciones periodísticas de todo lo que sucedió, incluyendo los informes forenses de los huesos de los pequeños, eran de interés público y social. Era obligación de los medios contar a la sociedad lo que ocurrió, por más que se pueda censurar el tratamiento que algunos dieron a aquellos sucesos. Pero eso es una cosa y otra muy distinta darle protagonismo al asesino narcisista y manipulador. El autor del libro defiende que es posible la rehabilitación. Ojalá tenga razón y “el mal absoluto” se retracte, retire el libro y procure que su víctima pueda vivir en paz.

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