Cómo hacer mal cosas buenas

La esquina

La gran virtud de Pedro Sánchez, que es su capacidad para convertir un problema en una oportunidad y un obstáculo en un avance, choca a veces con su gran defecto: que todo lo enfoca en función de su interés personal. Que es la permanencia en el poder.

Pensemos en el asunto más espinoso de la política internacional. No se me ocurre nada más apropiado, justo y necesario que aumentar el gasto militar hasta que represente el 2% del Producto Interior Bruto. Es lo que nos demandan nuestros socios y aliados de la OTAN, lo que exige la agresión imperialista de Putin a Ucrania, lo que sacaría definitivamente a España de cierta tradición de aislacionismo egoísta y cómodo, lo que entienden y apoyan cada vez más españoles pese al ruido de los que se arrogan una representatividad sin votos... También es la cuestión sobre la que los dos grandes partidos tienen más fácil alcanzar un acuerdo. Un Pacto de Estado.

Y ése es precisamente el problema: como los estruendosos opositores a cualquier subida de la inversión en Defensa (Podemos, Sumar y, aún dentro de Sumar, Izquierda Unidas, militan en la precaria mayoría parlamentaria que sostiene a duras penas a Pedro Sánchez, éste procura no molestarlos, no vaya a ser que lo abandonen del todo; como inició la legislatura levantando un muro a cuyo lado oscuro arrojó al partido más votado, no se permita la debilidad de consensuar nada con el Partido Popular. A Sánchez le preocupa tanto o más lograr el apoyo parlamentario de sus aliados como un resquebrajamiento del rechazo parlamentario del PP.

De esta extraña alianza de conveniencias dispares sale lo que ha salido: un plan de seguridad y defensa más bien chapucero, sin sustento en los Presupuestos porque Presupuestos no hay ni se les espera, cubierto mediante operaciones de ingeniería financiera y reasignación de partidas y amparado en la dudosa pretensión de que no suponga una subida de impuestos ni el recorte de un solo euro del gasto social.

Lo que termina de arruinar la credibilidad y la fuerza de este programa de Defensa nacional es que no sea sometido al debate público ni aprobado por el Congreso de los Diputados, donde sólo se prevé que el presidente informe de su contenido, sin que los representantes de la soberanía popular lo voten. No vaya a ser que el PP vote a favor y algunos amigos del PSOE voten en contra.

¿Puede darse un giro a la Defensa de un país sin contar con el Parlamento? Pues sí.

stats