Marco Antonio Velo
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Bienteveo
Jerez entero conoce esta Madrugada santa como “la noche de Jesús”; en la que la mujer, por derecho propio, toma el protagonismo cofrade, con su capuz y el histórico farol en sus manos, para alumbrar el camino del Nazareno de Cristina, imagen a la que tengo una especial devoción que he ido acrecentando por quienes son parte de mi propia familia y por haber vivido muchos años, desde que mi nieta mayor se aupaba en brazos de su abuelo Manolo, tras la Virgen del “Paspaso” - como ella la llamaba entonces con su habla aún balbuciente - y a la que habían vestido con unción, con su morado hábito, en la alta madrugada, su madre y sus abuelas; e igualmente para mí, en el amanecer y en las primeras horas del día, la mañana, es de la Yedra, cuando sube aureolada por los rayos del sol por la calle que recibe su nombre y sin duda alguna la tarde – diría que toda la jornada –; ¿ lo ves ‘Nene’, como lo proclamaba?; es de esa conmovedora e impresionante imagen de un Cristo que exhala su último aliento, que desde San Telmo reina en el corazón de toda la ciudad y con cuya mirada, que traspasa, que te duele y se clava en el corazón, me he encontrado muchos años desde un balcón de Radio Popular, en la Cruz Vieja, mientras un cantaor gitano a mi lado exclamaba, como aturdido y asustado: “ ¡me ha mirao ¡, ¡ el Cristo me ha mirao ¡…” al entrelazar su vista con las pupilas de Jesús clavado en la Cruz y es que sus vidriados ojos agonizantes te zarandean y te interpelan como nada en la vida; advocaciones - Yedra y Expiración - que también son muy especiales para quién esto escribe…
Ese es, como en un piadoso crisol, el compendio devocional de la luminosa jornada jerezana del Jueves Santo a la que habremos llegado tras postrarnos en adoración ante el Sagrario, en San Miguel o en las Clarisas de calle Barja, en las Reparadoras de Chancillería, las Esclavas, o en las Mínimas, en las Hermanas de la Cruz o en la Catedral y cuando ya comenzamos a intuir que el gozo de los días santos es apenas un suspiro que este año tendrá su epílogo en la jornada del Sábado Santo, después de tantos años sin vivirlo…
Por eso lo que en otros lugares, como en la vecina Sevilla, llaman simplemente con la deformación lingüística de “la madrugá”, lo que aquí hacen también quienes han querido y quieren “sevillanizar” nuestra conmemoración pasional ignorando la singularidad de nuestro pueblo, en Jerez tiene su propia denominación, a la que antes he hecho referencia y por la que los jerezanos, creyentes o no, conocen y han conocido siempre como “Noche de Jesús”, demostrando con ello la arraigada devoción popular que tiene esa breve figura del Nazareno de Cristina, del que en singular interpretación plástica “jala” esa popular figura e imagen del llamado “Marquillos”…
Noche de Jesús, noche de expectante vela y oración, que todos debemos cuidar para no quebrar, lo más mínimo, el hondo silencio del Crucifijo de la Salud, del Señor de la Vía Crucis y del Cristo de la Buena Muerte…
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