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Crónica personal
Ha dicho Alfonso Guerra que "el PSOE actual es otro partido". No le falta razón al impulsor de un nuevo PSOE en los años setenta que hizo secretario general a Felipe González. Guerra ha sido el dirigente más potente con despacho en la sede central socialista, así como vicepresidente del gobierno de Felipe hasta que rompieron dramáticamente su alianza. El PSOE de Felipe y Guerra con toda seguridad no se habría convertido en el mercado persa actual, con todo respeto para los mercaderes persas que no tienen culpa de que se les identifique con la idea de que todo es vendible, incluso los principios, si se recibe a cambio el precio deseado.
No ha habido gobierno en España, incluidos los de Felipe y Guerra, que no hayan cedido ante quienes presentaban exigencias a cambio de apoyos parlamentarios. Pero todos pusieron límites que trataron de respetar, hasta que llegó Pedro Sánchez y puso un tenderete con todo a la venta. Todo, incluso derechos recogidos en la Constitución.
Por presiones y exigencias de Podemos, con el que forma coalición, y por presiones y exigencias de los independentistas catalanes, Bildu y PNV, socios indispensables para mantenerse en Moncloa, Pedro Sánchez ha metido a Podemos y ERC en la comisión de secretos oficiales, y no movió ni una pestaña cuando Rufián hizo declaraciones a los periodistas nada más abrirse la puerta de la sala para explicar lo ocurrido allí dentro. Indultó a los presos catalanes condenados por el Supremo, pretende ahora reducir los años de condena del delito de sedición diciendo además que son más bajos en varios países europeos, cuando en Alemania, Francia y Portugal al menos son más altos y recogen incluso la perpetua.
Redujo la presencia del CNI en País Vasco y Cataluña, cerró varios cuarteles y comisarías, repartió dinero hasta aburrir a cambio de votos, y retrasa la indescriptible ley trans sin atreverse a plantar cara abiertamente a Podemos; ha acercado al País Vasco a los presos etarras, que inmediatamente han recibido favores de las autoridades penitenciarias, y ahora se encuentra con que Bildu exige la retirada de la guardia civil del País Vasco y Navarra mientras el PNV exige la creación de una selección vasca de fútbol y otra de surf para competir con las selecciones españoles e internacionales.
En el Gobierno niegan que estas dos últimas exigencias se vayan a cumplir, pero ya se sabe cómo terminan los desmentidos del gobierno: cumpliéndose en gran parte.
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Gracias, Errejón