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David Fernández
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El balcón
En su presentación del miércoles y entrevistas posteriores María Jesús Montero se ha referido al Partido Socialista de Andalucía. El artículo primero de sus estatutos lo denomina PSOE de Andalucía. Aquí hay un cambio subliminal o intencionado. Susana Díaz ya tuvo la tentación de crear un PSA-PSOE al estilo del PSC. No cuajó. Quizá Montero tenga planes fundacionales de su mandato que van por ahí o es coincidencia. Lo sabremos. De momento ha subido la moral de su tropa, que andaba con la autoestima por los suelos. Alguno se ha venido arriba tanto que ya se ve ganando como hace 25 años. Y manda mensajes como triquitraques, con bravuconadas de que sobra el dinero y viene una movilización.
Se dice que María Jesús Montero acepta a la fuerza la jefatura de su partido. Bueno, hay precedentes gloriosos. Manuel Chaves fue tildado de candidato a palos y fue presidente de la Junta 19 años. Aunque aquellos eran tiempos de hegemonía y ahora los socialistas cotizan a la baja. El presidente del Gobierno deslizó en su resumen del 2024 que los militantes de Andalucía decidirían quién iba a ser su secretario general. Ja. Simpatizantes, votantes, militantes y dirigentes han estado las fiestas pendientes de lo que decidía el oráculo. El PSOE andaluz es gobernado desde Madrid a partir del desalojo de Díaz en 2021. Algo que en su historia ha ocurrido de manera intermitente.
Al principio era una federación del PSOE jacobino con control guerrista. Se emancipó de la tutela de Ferraz en 1985 en su IV Congreso, cuando el presidente Borbolla prescindió en su ejecutiva de los dirigentes andaluces con cargos en la capital. Costó una guerra de cinco años entre borbollistas y guerristas, hasta que llegó sin mucha gana en 1990 Manuel Chaves, que se volvió a independizar del aparato de Madrid cuatro años después. El PSOE se convirtió en partido institucional, dirigido desde la Junta. Los sanchistas han acusado a Susana Díaz de perder el Gobierno andaluz. Pero fue la organización; olvidó que un partido representa a la sociedad de abajo arriba. La larga estancia en el poder alteró la lógica de líderes sociales que se convierten en dirigentes orgánicos y acaban en cargos institucionales.
Esta dinámica es la que tiene que quebrar Montero en su reinicio del proyecto socialista regional, que en la próxima fase no tendrá en el Parlamento regional a su secretaria general ni a ninguno de los ocho secretarios provinciales. Los de Sevilla y Jaén son presidentes de Diputación, el de Málaga concejal de la oposición, y los otros cinco están en Congreso o Senado al calor del poder. Montero tiene que lidiar también con un PP andaluz con buenos índices de aceptación. Los colaboradores de Moreno Bonilla han sacado la cachiporra contra la dirigente socialista. Se notan los nervios. Veremos hasta donde llega la refundación y cómo la acoge la opinión pública.
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