Notas al margen
David Fernández
Montero ha vuelto y no está loca
Notas al margen
En el ánimo socialista no existía otro revulsivo como María Jesús Montero para cambiarle el chip al PSOE andaluz y poner en apuros al PP. Muchos creían que la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Hacienda —“con tantísimo poder y con un despacho más grande que el del presidente en Madrid”— no daría el paso. “Tendría que estar loca”, terciaron. Pero nobleza y el alto mando obligan. Montero combina su liderazgo y su carisma con ese puntito de histrionismo que no deja a nadie indiferente. Para algunos exagera cuando reparte besos y abrazos o aplaude a rabiar en el Congreso: “Tendría que pulir su estilo”, aseveran. Y quienes la conocen lo ven imposible porque “es su forma de vivir”. Juanma Moreno nombró a Carolina España portavoz cuando le vio venir. Montero cree que en realidad le tiene miedo. El entorno del líder del PP responde que una dirigente más joven, sin hipotecas del pasado, habría sido más temible. Pero el PP no puede disimular su lógica cautela. Se acabaron las palomitas en San Telmo. Al pacto con ERC que incluye la financiación singular para Cataluña le dedican las críticas más furibundas, aunque no serán las únicas.
La ministra, con su personalidad expansiva y cercana a la vez, tiene experiencia y es percibida por la militancia socialista como una más de la familia. También es cierto que no ha ganado nunca unas elecciones, pero quienes necesitaban algo a lo que agarrarse para creer ya lo tienen. Han recuperado sensaciones que ni recordaban. Espadas es más reservado y no goza de su autenticidad. Los mismos que lo encumbraron, ni le dieron las gracias. Así es la política. La lógica con que Montero se resistió a venir —por responsabilidad y por el vértigo de su primer salto al vacío para encabezar un proyecto— fue inversamente proporcional al ímpetu con que trasladó que viene a por todas. Los veteranos celebraron su esfuerzo por recuperar la confianza interna desde la unidad.
Ahora tendrá que ser capaz de simultanear su tarea como ministra con la reorganización de su partido y el ejercicio desaforado de la oposición al PP en Andalucía. Si dejara el Gobierno, vagaría por la esfera pública como alma en pena. Pero la supuesta ventaja que le concede su ministerio se le volverá en contra si hace uso torpe y descarado de su cartera. De Hacienda se espera máxima neutralidad y los populares han levantado la voz de alarma por si acaso. Más autogobierno y menos lamentos, replica ella. Los socialistas ya ven al PP algo nervioso. El PSOE-A vuelve a respirar seis años después, pero le queda lo más difícil: tratar de apartar a Moreno de su zona de confort, al menos, obligándole a pactar con Vox en las próximas. Para ello, el PSOE tendría que recuperar la confianza de los moderados de centro izquierda y desencantados que le cedieron el voto al PP tras censurar la deriva sanchista. A Moreno se le ve fuerte y no causa rechazo. Y Montero ha sido la escudera más fiel de Sánchez, su máximo valedor. Arañar al PP no le será fácil.
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