Jerez Íntimo
Marco Antonio Velo
Navidad 1949 en Jerez: Gerardo Diego, Fernando J. Peña, José Argudo Romero…
Jerez Íntimo
Si la novelería se ha colado de rondón en nuestra ciudad, será porque bautizamos como costumbre a cuatro repeticiones cíclicas de cualquier iniciativa -poco importa su mayor o menor enjundia- que data de anteayer. No debemos pecar por defecto a este tenor. Lo tradicional, per se, no se remonta a cuatro días. Las celebraciones recentísimas no merecen tamaño calificativo. La tradición además se reviste de cierta inmutabilidad. No muda su fisonomía. No sabe de giros copernicanos, de tentativas chaqueteras, de alteraciones a la carta. La Navidad sí es tradición de envergadura. Si nos retrotraemos a 1949, observamos al bies cómo los hábitos de la sociedad no han sufrido variación alguna. Ahondemos en detalles. Durante la mañana del 23 de diciembre Rodrigo de Molina hace bailar sus dedos sobre una máquina de escribir Hermes Baby. Apenas corrige, escribe al hilo del pensamiento: “Hablamos de la pavada. Pavada es la reunión de pavos que llega al mercado y del cual el comprador se lleva, a mucho llevar, uno, dado el precio que han alcanzado los guajolotes (…) El pavo es omnívoro, es decir, que se lo traga todo, y su plumaje, en algunas partes, es muy estimado, máxime cuando las plumas se le arrancan estando el bicho vivo. No vuela más que para pasar los ríos y cuando ve cerca una ventana abierta, por lo que se deben tener cerradas las de la cocina, antes de despacharlo para el otro mundo”.
La Junta Benéfica Local no desfallece en su ardua labor por los más desfavorecidos. De cara a la Navidad y Reyes intensifican su tarea. Entre el 18 y 23 de diciembre reciben donativos -omito la exactitud del importe económico- de Álvaro Domecq Díez, Juan Pedro Domecq Díez, Marqués de Negrón, Juan Camacho García, José Díaz Casal, Jorge González Desa, Sebastián Jiménez Montes, Agustín Sánchez Quevedo, Juan López Vega, Tomás González Muñoz, José Solís Estévez, Luis Molle, Valentín Gavala Calderón, Blas Almagro Yuste, Pedro Máximo Ruiz, Paulino García Segura, Antonio Barrera Roldán, José María García Figueras, Fermín Aranda Latorre, la Farmacia de la Puerta Real, Juan M. González Setién, Carlo de Luque Pablos, Francisco Pizones Molina, Rafael Ysasi García del Salto, José L. Badanelli y María Luisa Hidalgo.
Circulaba de mano en mano un recorte de periódico que dictaba lo siguiente: “Nuestro corresponsal en Oriente nos informa que han sido grandiosos los actos allí celebrados con motivo de la despedida que se le ha dispensado a sus majestades los Reyes Magos, que han tomado avión especial rumbo a Jerez de la Frontera. El día 5 llegarán a nuestra ciudad y no harían su aterrizaje en el aeródromo, como es costumbre, sino en la Jefatura Local del Movimiento. Sus majestades Melchor, Gaspar y Baltasar desean que el pueblo jerezano se prepare a recibirlos dignamente, esperando por otra parte que los corazones generosos les ayuden a adquirir los juguetes necesarios para los chicos, pues aunque ellos traen gran cantidad, quieren dejar bien sentado que Jerez se acuerda también de los niños pobres y contribuye a su alegría”. Aquel 1949 los Reyes fueron representados en la gran cabalgata por Fernando González Gordon, José Argudo Romero y Pedro Molina Surga.
Un dato reseñable llega a mis oídos gracias a cuanto me narra estos días el amigo y hermano Enrique Víctor de Mora Quirós: Gerardo Diego felicitaba siempre las Navidades con un poema a sus amigos y conocidos. Enrique guarda, como oro en paño, alguna felicitación de Navidad autógrafa de Gerardo Diego que este inmenso poeta pianista enviaba al tío de Enrique Fernando José Peña, a la sazón uno de los fundadores de la Real Academia de San Dionisio. “Era el segundo de a bordo -comenta Enrique- de José Gómez Ruiz en la Bodega J. Ruiz y Compañía -Vinos y Licores- con su afamado Ponche Español -el ponche de la moña de seda con la bandera de España que colgaba de la parte inferior del tapón-. Fernando J. Peña había sido alumno marianista. Pintaba y dibujaba estupendamente. Era escritor, poeta, gran aficionado a la lectura. Había sido un extraordinario futbolista: incluso lo quiso fichar el entonces Atlético Aviación, que era el equipo predecesor del Atlético de Madrid. Él se fue a estudiar arquitectura a Madrid. Aunque en Madrid se dedicó más a jugar al fútbol que a estudiar arquitectura. Como el fútbol era entonces tan románico y amateur pues comenzó a jugar en el Atlético Aviación. Como vieron que tenía dotes futbolísticas muy buenas, quisieron ficharlo ya profesionalmente en aquellos años. Incluso vinieron a Jerez a hablar con su padre porque iban a hacer una gira por Hispanoamérica y querían llevárselo. Y el padre se negó. A él le auguraron un porvenir en el fútbol importante: se lo dijeron los propios directivos de Atlético Aviación, que vinieron hasta Jerez. Hablamos de principios del siglo XX, años veinte aproximadamente”. Hoy publicamos la felicitación de las Navidades de 1949 y el nuevo año 1950 que Gerardo Diego cursó a tan destacado poeta de la época. Fernando J. Peña fue, al decir de Juan de la Plata, uno de los mejores recitadores que jamás pudo conocer a lo largo de su larga trayectoria periodística.
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