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Dicen que Manuel Chaves podría ser el reanimador del PSOE-A, actualmente bajo mínimos y sin líderes reconocidos, y que las exoneraciones del Constitucional a los políticos socialistas condenados por los ERE señalarían –como Chaves dijo– “el principio del fin” del PP en Andalucía. Mal asunto que la posible recuperación del PSOE-A tenga como símbolo patriarcal a quien dijo lo que dijo en su comparecencia del jueves. Porque es de la mayor gravedad afirmar que el caso de los ERE fue “una operación política, mediática” y “con ropaje judicial” montada para “echar al PSOE” de la Junta” y “conseguir lo que no había podido conseguir antes por los votos de los andaluces”. Es decir, una “operación” conspirativa urdida por un partido, el PP, que, ante su incapacidad para alcanzar el poder a través de las urnas, se sirvió de la prensa y la judicatura para desalojar al PSOE de la Junta (y habría que añadir que también de todas las capitales menos Jaén) logrando “erosionar la credibilidad del PSOE ante la ciudadanía con bulos, mentiras y graves acusaciones falsas” en lo que calificó como la operación “más grave que ha habido en España para tumbar a un gobierno y a un partido”.
¿Era consciente Chaves de la extrema gravedad de lo que decía? No solo, como está haciendo su partido, por interpretar la sentencia del Constitucional como la negación del caso de los ERE, obviando que, como decía nuestro editorial, “el Constitucional no cambia una serie de hechos probados en las sentencias anteriores que revelan las prácticas discrecionales y caciquiles con las que se manejaba la Consejería de Empleo”. Sobre todo, por denunciar una operación “política y mediática con ropaje judicial” para “echar al PSOE de la Junta”, lo que sería un pucherazo propio de las democracias bananeras y proyecta una sombra de ilegitimidad sobre el actual gobierno andaluz.
Llegó Chaves al extremo de afirmar que no hubo “ninguna confabulación política de presidentes de la Junta, de consejeros y de altos cargos para delinquir o para que otros delinquieran”, y que “si hubo una confabulación política, fue precisamente contra el Gobierno socialista de la Junta”. Nada más grave puede decirse sobre la legitimidad de unos resultados electorales y de un gobierno. Mal camino negacionista, conspiranoico y lawfare –muy sanchista, por otra parte– ha tomado el PSOE-A para salir de su actual decaimiento.
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