
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La hora de Mazón
Ásperas son tus caricias,
dulce tu corazón.
Tu mirada que el sol cultiva,
a la tierra vuelve,
con tu sangre herida.
¿Que sería de tu dolor sin
mi ausencia, de tus dias
sin mis noches,
de tu luna sin mi sol?
Tus brazos son como
tentáculos heridos, que,
clamando al cielo,
buscarán perdón.
No hay piedad, en los
corazones infantes,
que te pisan, te jalan
y te hunden las raices:
raíces que se riegan
con tu savia y con mi sangre.
¡Oh dolor, de tus racimos
arrancados!
Que en la luna se reflejan,
como estrellas encendidas.
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