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Si no hay mayoría suficiente para aprobar los Presupuestos del Estado, se dice que los Presupuestos no son tan importantes como se ha creído siempre porque hay fondos europeos para dar y tomar. Tampoco importa que la mayor parte del pomposo plan de regeneración democrática (alguien ha convivido, pues, con la degeneración democrática durante seis años de gobierno) precise del cambio de veinte leyes, incluidas leyes orgánicas que exigen mayorías parlamentarias absolutas difícilmente alcanzables. Piensen en esto: hay una amenaza de Junts de oponerse a cualquier iniciativa legislativa del Gobierno independientemente de su contenido. Igualmente se hace caso omiso del hecho crucial de que otros socios del Gobierno (parte de Sumar, Compromís, Xunta Aragonesista, quizás BNG) no van a apoyar así como así la reforma de la financiación autonómica que consagra la soberanía fiscal de Cataluña.
Cada vez es más evidente la gran trola en la que se inspiró esta legislatura. Aquel “¡¡¡Somos más!!!” de la noche electoral que obligó inmediatamente a incluir en la primera persona del plural a todo bicho viviente ajeno a PP y Vox: nacionalistas de derechas, nacionalistas de izquierdas, independentistas radicales e independentistas en vías de integración, radicales de izquierdas, populistas... Todo valía para el convento. Con dos consecuencias políticamente determinantes. Una, que no fue el partido dominante (el PSOE) el que moderó a los variopintos aliados, sino que fueron éstos los que han ido imponiendo sus ideas y proyectos al mayoritario. Insólito. Dos, que esta práctica continuada ha operado una extraordinaria mutación ideológica en la socialdemocracia felizmente gobernante, a la que hoy día no reconocen ni los padres y madres que la concibieron y parieron, respectivamente. Haciendo de la necesidad virtud. Primero se cambia por las exigencias sucesivas de los socios y aliados y después se teoriza sobre la imprescindibilidad de los cambios.
Así que la mayoría gubernamental es débil y precaria. Va de susto en susto porque solamente fueron más el día en que se votó la investidura de Pedro Sánchez. ¿Quiere esto decir que caerá de un momento a otro? Ni mucho menos. Por muchas derrotas que sufra creo que seguirá mientras lo lidere alguien con la feroz ambición y la determinación férrea de Sánchez y sin una mayoría alternativa posible. Durará hasta que él crea que puede ganar unas elecciones. Al fin.
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