El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
NOTAS
El edificio de los Juzgados ha vuelto a hacer aguas y jueces, abogados y procuradores han protestado de nuevo sobre un problema que viene de lejos y que no tiene visos de tener solución a golpe de remiendos. No quisiera ser borde, pero el edificio está hecho una mierda, ya que las aguas pluviales también afectaron a los bajantes de aguas fecales del edificio, con el resultado que ustedes se pueden imaginar. Para resolver el problema había dos opciones: derribar el actual edificio y levantar uno nuevo, de cuatro plantas, similar al vecino de la Agencia Tributaria, y ubicar los Juzgados en un edificio 'puente' al menos por dos años. La segunda se basa en establecer un convenio, algo más complejo en su desarrollo, para hacerse con el control de unos terrenos cercanos a Chapín y hacer un edificio de nueva planta. Esta segunda opción parece perder fuerza al tropezar con mayores dificultades que la primera, por lo que todo apunta al reto de encontrar esa ubicación 'puente' de los Juzgados mientras se construyen unos nuevos en la actual ubicación. Se admiten propuestas.
Una chirigota decía hace años que el AVE llegaría a Cádiz cuando perdiera los frenos en Sevilla. Era un grito que reflejaba la desesperación por la ausencia de infraestructura tan vital para nuestro desarrollo. Luego te dicen que sí, que ahora es verdad, que llega la locomotora del desarrollo, pero ¡ay! surgen dos problemas. El primero es que los trenes de cercanías de la Bahía no tienen el ancho de vía del AVE -el europeo- y no estarán adaptados hasta dentro de cinco años, así que el famoso tren perderá 15 minutos en Utrera en adaptarse al ancho de vía ibérico -que no 'pata negra'- hasta Cádiz. La segunda cuestión son las paradas entre Sevilla y Cádiz. Los líderes políticos andan pregonando en cada ciudad que pare en todos los sitios y eso es imposible. Excepto Jerez, tendrán que ver que trenes AVE no pararán ni en El Puerto ni en San Fernando, de lo contrario, las cuentas en el tiempo de trayecto no salen.
Hosteleros y cofrades
Los hosteleros andan mosqueados con los cofrades porque los horarios de las procesiones les parecen demasiado tempranos y casi no da tiempo a que el cuerpo pida algo para picar. Que se sepa, la penitencia y los jugos gástricos no tienen por qué ser excluyentes. La Semana Santa, además de una manifestación religiosa, es un magnífico espectáculo y, como tal, lleva aparejado el asunto gastronómico de forma inevitable. Aunque sería excesivamente frívolo que el cabildo de Toma de Horas estuviera condicionado por la conveniencia de los turnos en las barras, lo cierto es que la Semana Santa es para un bar del centro lo que la Feria para un casetero. Todos convivimos esos días en unos pocos kilómetros cuadrados de la ciudad y tampoco es plan darle la espalda a la realidad de una parte de la sociedad, como la altura de algunos palcos de la carrera oficial, que ha sido corregido parcialmente, aunque por orden del Ayuntamiento.
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