Ésta la paga mesié

Gafas de cerca

31 de diciembre 2024 - 03:06

Ya no está tan de moda, pero hubo un tiempo en que casi cualquier problema conductual, fuera privado o social, se atribuía a la autoestima; a la baja me refiero: a no quererse mucho uno mismo. No seguiré por ahí, es el último día del año y no es plan. Pero sostiene mi amigo el espléndido que debe de ser la escasa autoestima la que lo mueve a él a ser un reputado convidador. Su frase estrella en un momento de solaz y ágape es “Esta la paga mesié, que hoy es mi cumpleaños”. Nosotros, sus conocidos, le soltamos al benefactor de andar por barra unos “¿Otra vez, Demetrio?”, “¿Tantos días es tu cumpleaños, corazón mío?”. A lo que él suele responder con una de esas gotas malayas pseudointelectuales que todos repetimos a los contertulios, sobre todo a aquellos que nos escuchan por respeto, por no mandarnos al guano por plasta... o porque esos clichés recurrentes son la sal del clan y de la pandilla: “Todos los días es nuestro cumpleaños si lo miras bien, lo puedes llamar ‘cumplevidas’, y eso es más preciso que llevarse 365 días ostentando la edad con un número, de forma arbitraria o demasiado convencional: los años son una convención humana ligada a la cosa planetaria... bueno, Jacinto, pon otras cinco y me las metes en la cuenta. Que tengo muy baja la autoestima, leñe”.

Esta noche cumple un año –el único y último– 2024: “El año es una abstracción contraria a lo infinitesimal, ya digo... [¡Cá-lla-te, Demetrio, por tu padre!]”. Otro de los aforismos de los que mi amigo se siente muy orgulloso contiene una teoría sobre la fugacidad de la vida: “Los años no son lo que eran”. Su hipótesis tiene un fundamento empírico-sentimental que todo mayor de treinta años no puede sino constatar. Con permiso del nostálgico poeta Jorge Manrique, cualquier tiempo pasado no fue necesariamente mejor ni peor... pero sí menos veloz. Esto no nos debe llevar a agachar el ánimo en tan señalada fecha como la de hoy, y sostendremos la propuesta de autoayuda con otra cita, esta de Serrat: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”. Y ya, tenga usted la caridad, otra al hilo de la anterior, esta de los Chanclas: “A los problemas sin remedio... ¡litro y medio!”. Siempre con la debida mesura, ese santo grial del vaso: la mesura rebosa el límite cuando las verdades se sueltan como llamarada de dragón o con más mala baba que sinceridad. Y eso, diría Demetrio, es síntoma de baja autoestima. Dentro de la contención, sea hoy, mañana o en la romería del pueblo, “libiamo ne’ lieti calici” (esta es de La Traviata, ya saben).

stats