Francisco Bejarano

El perro de Alcibíades

HABLANDO EN EL DESIERTO

ALUMNO de Sócrates, de gran belleza física y viva inteligencia, vencedor en los Juegos Olímpicos, general valiente y famoso, Alcibíades empañaba tantas cualidades con su vanidad y vida disoluta. Fue expulsado de Atenas y condenado a muerte en ausencia por haberse aliado con los enemigos de su propia ciudad. Los atenienses lo volvieron a llamar, venció a los espartanos pero, más adelante, fue vencido por éstos y fue expulsado de nuevo. Se refugió en la corte de un sátrapa persa donde murió asesinado a instancias, se dice, de Lisandro, general de Esparta. Los atenienses hablaban muy mal de su vida agitada y de su política y, para acallar los comentarios, le cortó el rabo a su perro. Sus amigos y paisanos le afearon la acción y durante una temporada no se habló en Atenas más que del rabo del perro de Alcibíades, un asunto que desvió la atención de cosas peores que criticar del político ateniense.

La anécdota, sea o no cierta, es muy conocida y se pone como ejemplo cuando una determinada política rechazada por los ciudadanos se camufla con decisiones de los gobiernos que abren debates y enfrentamientos y distraen de los verdaderos problemas. Raro es el gobernante que no cae en esa tentación, en democracia y en dictadura, en la Antigüedad y ahora. Cuando somos muy jóvenes y estamos descubriendo el mundo cualquier despropósito nos parece una novedad; pero luego, con los años y la observación, vemos que no son sino variantes de comportamientos humanos eternos. El verdadero problema de España, el grave, según mis amigos economistas, es la economía, que, para los más pesimistas o más lúcidos, no lo sabemos aún, va a peor e irá a peor durante varios años, incluso puede haber mejorías falsas para caer en una gravedad mayor. Sí, se habla del paro, de empresas en precario, pero como algo lejano.

Los asuntos que se debaten en los medios de comunicación y de los que se habla en la calle no suelen ser económicos, quizá porque tengamos una idea vaga del complejo funcionamiento de la economía de un país. Se habla de los símbolos franquistas encontrados en los más recónditos lugares, de las fosas comunes de un bando de la Guerra Civil, de los títulos honoríficos que le dieron a Franco, de las medidas contra la homofobia que llevan camino de ley, del aborto como fiesta de la libertad, del catolicismo, de la lengua española y de la unidad de España como signos de pensamiento fascista, de la fantasmagoría de la Alianza de Civilizaciones y, en fin, de otras muchas cuestiones que, aun teniendo su importancia para desviar la atención, sólo interesan a minorías poco significativas. El perro de Alcibíades tenía un único rabo y a su dueño no le duró mucho el engaño, pero el que nos ha tocado parece ser el de las siete colas, que vuelven a crecer si le cortan. Raro es el día que no oímos un aullido.

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