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LA antigua Hojiblanca, hoy llamada DCOOP, ha nombrado presidente a su director general, Antonio Luque. Un ejemplo de dirigente empresarial en la región española con menor densidad de empresas por habitante. Sería bueno evaluar el coste de la ausencia de una economía regional articulada en el tiempo que llevamos de autonomía. Cuando se haga, constataremos que han sobrado desorientación, localismos y personalismos. Y también, habrá que componer un cuadro de honor de personas que tenían una idea de Andalucía, fomentaron la cooperación y aumentaron la dimensión empresarial.
Son pocos. Y entre ellos está Antonio Luque, que refuerza su liderazgo en una cooperativa de segundo grado que ya roza los mil millones de facturación anual y está entre las primeras empresas autóctonas de Andalucía. Es un personaje singular: nieto de olivareros de Antequera, ingeniero agrónomo especialista en industria agraria por la Escuela de Córdoba, uno de los fundadores hace 30 años de esta empresa que agrupa en la actualidad a 160 cooperativas de aceite de oliva, aceituna de mesa, vino, ganadería y cereales en las ocho provincias andaluzas, tres de Castilla la Mancha, Badajoz y Álava.
Con su ideario se podría componer un programa para el sector agrario andaluz. Luque sostiene desde hace años que hay que olvidarse de las fronteras provinciales si queremos hacer un gran proyecto regional. El problema es que ha ido anidando desde los años 80 un tribalismo que no existía antes de la autonomía. Los agravios y recelos locales han provocado el minifundismo cooperativo en la agricultura. Y también fueron el motivo de que no cuajara la idea de una gran caja de ahorros andaluza.
El mérito de Luque es que no sólo tenía un plan, sino que ha conseguido llevarlo a cabo: su empresa envasa ya el 8,5% del aceite de oliva del mundo y aspira a duplicar esa cifra. El PDG de DCOOP percibe que se abre camino el espíritu de integración cooperativa para ganar tamaño y dimensión en el sector del aceite. Aunque el proceso es lento, ya da sus frutos: este año, con una buena cosecha, los precios se mantienen. La concentración de la oferta es el escudo.
Este es un caso práctico sobre cómo vencer los localismos que frenan el crecimiento andaluz. El futuro es el mercado. Y ahora más que nunca, por la disminución de las ayudas agrarias comunitarias. La imagen de Andalucía como el primer productor mundial de aceite de oliva hay que ganársela. Luque lo está consiguiendo.
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