Fernando Santiago

Pet friendly

Con la venia

La prueba irrefutable de que vamos a la extinción de la especie es que hay más mascotas que niños, así que será un final biológico, incluso antes de que el calentamiento global acabe con el planeta o a Putin se le ocurra desatar un holocausto nuclear. Ver las calles llenas de perros mientras se cierran colegios lleva a pensar que la gente suple sus carencias afectivas dándole cariño a un animal. Luego nos quejaremos de que no hay españoles para según qué trabajos pero resulta que nosotros mismos nos ocupamos de que la pirámide de población se invierta, los boomer ya no tenemos garantizada nuestra pensión, para qué decir nuestros hijos, salvo que sigan llegando trabajadores extranjeros que sustituyan lo que antes hacían los españoles en la agricultura, la construcción o los cuidados. Muchos hoteles han incluido lo de pet friendly , amigos de las mascotas, para que lo sepan quienes viajan con perros y aquellos que no soportan a los animales. Sin ir más lejos, a mí no me hace gracia entrar en un bar y encontrarme con un perro, siempre he pensado que los perros son para sus amos y los niños para sus padres. Compartir espacio con un perro me da un poco de asco, si me perdonan los animalistas. Digo más: creo que sería menester restituir la tasa por tenencia de animales para que se cumpla aquello de que quien ensucia paga. No sé por qué tenemos que pagar entre todos las caquitas y los meados , por mucho que haya una mayoría que recoja con una bolsa de plástico las deposiciones de su mascota o lleven un bote con agua jabonosa que, en realidad, sirve para poco. En Cádiz hay un hotel, en la plaza de España, que dice gay friendly aunque dudo mucho que sea necesaria tal advertencia , puede que sea más bien propaganda.

Salvando las distancias, me pasa algo parecido con los niños, sobre todo desde que la mayoría son unos maleducados porque los padres les han permitido todo. Ahora los papás le dan a sus niños una pantalla para que no les molesten, hace de narcótico o de niñera. No soporto entrar en un restaurante y tener una legión de gritones maleducados que no entienden, ni ellos ni sus padres, que están molestando a los que están alrededor. Si a mí se me hubiera ocurrido dar la brasa en un restaurante o un bar, mi padre me hubiera calzado dos buenas hostias y a otra cosa, aunque en realidad bastaba una mirada. Mi hija aprendió desde chica a no molestar. Ahora han cambiado las tornas, la gente o no tiene hijos o no se dedica a educarlos , para qué molestarse, que lo hagan los maestros o que los demás aguantemos a sus niños. Así que soy mucho de los hoteles que se anuncian que no admiten niños, doy por sentado que tampoco admiten perros, igual pueden hacer unos hoteles Siesos Friendly.

stats