José Manuel Grandes Merello

La nada plena

27 de julio 2024 - 01:58

Recientemente terminé el libro 'Belén, carmelita descalza. Nuestra hija', libro que me ha marcado bastante, no sólo por su contenido sino también por haber conocido en persona a su protagonista, Belén Pery Osborne.

La vida de esta carmelita en un convento de clausura en Sierra Morena es una paradoja en sí misma, en medio de una época donde es difícil entender o aceptar el tipo de vida que llevan las órdenes contemplativas.

En uno de los capítulos del libro, se extrae la homilía dada por el obispo de Córdoba, en la que habla del papel de una carmelita en pleno siglo XXI, como una chica que lo tenía todo, lo dejó todo para "aparentemente hacer nada" productivo a los ojos del mundo.

Su vocación rompió mucho clichés y parámetros preestablecidos: matrimonio, creación de un hogar, desarrollo profesional, vida social... Ella se encerró en el convento y vivió sus últimos 12 años de vida allí.

Sin embargo, para aquellos escépticos que no entienden su opción, en el libro se confirma que su vida fue, desde su nada, plena entrega, armoniosa fecundidad, culminación de una ofrenda de amor, olvido de una misma, aceptación de la Cruz como bendición (otra gran contradicción en nuestra época) y alegría, mucha alegría, algo que en el fondo todos buscamos y anhelamos.

Siempre insistió en la importancia del amor en la vida, que la santidad no exigía hacer grandes cosas sino, desde tus límites, poner amor allí donde estuvieses, algo no complicado pero sí difícil.

Por otro lado, me sigue llamando la atención la vida de Belén no sólo por su estatus de monja contemplativa, sino además porque, según oí hace poco, pretenden iniciar con ella un proceso de beatificación.

Vivimos una época donde prevalece el prestigio sobre último puesto, la competitividad sobre la solidaridad, el individualismo sobre la comunidad, el ego sobre la nada.

Y, sin embargo, en sus notas biográficas, Belén insiste en la importancia de la comunidad, de la solidaridad, del último puesto y de su nada para poder entender su propia vocación.

Entiendo que la biografía de esta joven carmelita rompió muchos estereotipos y su pérdida produjo mucha pena, algo en el fondo positivo pues representa el mucho amor que dejó aquí en la tierra.

Y esto nos tiene dar que pensar, sobre si merece la pena vivir anclados en una vida superficial, o si preferimos apostar por ser un poco paradójicos y valorar la comunidad, el último puesto, la solidaridad y la nada, en definitiva el Amor, como patrón de nuestras vidas. 

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