Pobre Begoña...

Crónica personal

19 de diciembre 2024 - 07:31

NADA que ver la Begoña de hoy, la Begoña de los últimos meses, con la feminista que ha participado en las manifestaciones del 7 de marzo pisando fuerte con pañuelo morado al cuello, en primera fila, junto a las ministras –con algún que otro ministro varón– y mujeres dirigentes de su partido.

Nada que ver. Ha dejado atrás su imagen de emprendedora, de persona con futuro prometedor más allá de ser mujer del presidente del Gobierno. Le queda algún ramalazo de firmeza en momentos muy contados, como por ejemplo en el reciente viaje a la India.

Ni siquiera se la vio segura de sí misma en los actos de partido a los que ha acudido recientemente, incluido el congreso de Sevilla. Entró rodeada de aplausos entusiastas y gritos de Begoña, Begoña, pero se le notaba como perdida, quizá porque era consciente de que los servicios de seguridad impedían que algún periodista se le acercara y pudiera hacerle alguna pregunta incómoda. Que, por otra parte, era el papel que debían cumplir los periodistas; no es habitual que la mujer del presidente del Gobierno se encuentre imputada por los delitos de corrupción, tráfico de influencias, intrusismo profesional y apropiación indebida.

Tanta seguridad fomenta la inseguridad. La euforia con la que la vicepresidenta Montero le expresa su apoyo, el cerco que la rodea cada vez que aparece en público cuando antes se movía con soltura; el uso, ya habitual, de las entradas para autoridades y la superprotección, tienen el efecto contrario. Tanto cuidado en vigilar sus pasos delata que otros la sienten en peligro. Con un añadido: es frecuente que en esa situación las personas se sientan infravaloradas.

Ayer Begoña Díaz se vio de nuevo ante el juez Pintado. En esta ocasión ha aceptado responder a las preguntas de su abogado. Solo las de su abogado. Con algunos datos relevantes: ha negado que se le hubiera contratado en la Universidad Complutense y en el Instituto de Empresa por ser la mujer del presidente. Y, segundo, ha señalado a la UCM como responsable de su contratación.

No le favorece esa posición. Primero, rechaza ser contratada por ser quien es reivindicando su propia formación. Pero, segundo, al culpar a otros de sus problemas judiciales, busca eludir responsabilidades. Como si no tuviera argumentos sólidos para demostrar que es una mujer capaz de ocupar cargos que exigen experiencia y criterio.

No ha conseguido Begoña Gómez potenciar su imagen de mujer fuerte. Profesional y fuerte. Al contrario, desde que se han desencadenado sus problemas judiciales, cada día que pasa parece más desvalida.

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