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Marco Antonio Velo
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La esquina
Es muy arriesgado hacer pronósticos sobre los resultados de unas elecciones a pocas horas de que se conozca lo que realmente dirán las urnas. Te puedes llevar un chasco y arruinar el poco prestigio que conserves. Aun así, el seguimiento de la campaña y el análisis de las encuestas, las publicadas y las prohibidas, incitan a apostar por las opciones más probables, que no seguras, entre las planteadas.
Lo más probable es que Salvador Illa, el candidato del PS de Catalunya, gane las elecciones, seguido de los dos candidatos independentistas, Pere Aragonès (Esquerra Republicana de Catalunya) y Carles Puigdemont (Junts per Catalunya), no sabemos exactamente en qué orden.
Otra cosa es lograr la presidencia de la Generalitat y formar gobierno. Si ERC y Junts consiguieran sumar 68 escaños –mayoría absoluta del Parlament– junto a los ultraizquierdistas de la CUP y la ultraderechista alcaldesa de Ripoll, no hay que dudar de que todos ellos aparcarían sus broncas cainitas y pactarían un Govern independentista, resucitando un proyecto que ha causado el mayor desastre conocido a la Cataluña contemporánea: fracaso del procés, empobrecimiento, colapso sanitario, deterioro de la educación. Será presidido por aquel de los dos –Puigdemont o Aragonès– que haya obtenido más votos, aunque Puigdemont amenaza con abandonar si no es él el ungido, y tendrá una duración imprevisible. Será malo para Cataluña y para España.
Me parece más probable la posibilidad de que el nuevo president sea Salvador Illa, uniendo su mayoría insuficiente con los escaños de Esquerra y los Comunes (el partido confederado de Sumar allí) para restaurar el tripartito de los tiempos de Maragall. Tiene un gran inconveniente de origen: una ERC derrotada por perder el Govern y en retroceso frente a su competidor más extravagante y tóxico solamente cedería sus votos o incluso gobernaría conjuntamente con Illa si éste es capaz de garantizarle las reivindicaciones que se ha hartado de proclamar: pacto fiscal bilateral Cataluña-España, al modo del concierto vasco, y referéndum de autodeterminación. Son dos de esas cosas imposibles que la política hace posibles. No dependen de Salvador Illa, sino de Pedro Sánchez.
Hay una tercera probabilidad: que no puedan materializarse las otras dos y que haya nuevas elecciones para superar el bloqueo. La peor para el interés ciudadano.
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