Bernardo Palomo

Una realidad sabiamente definida

Diario De las artes

09 de agosto 2014 - 01:00

NUEVA comparecencia expositiva de Joaquín Terán, aquel pintor jerezano que descubrimos de la mano sabia de Pepe Medina y que, poco a poco, se ha ido abriendo camino en ciertos circuitos y haciéndose habitual - yo, también, diría que imprescindible para el buen aficionado - en algunos espacios de la provincia gracias a una pintura llena de carácter y extrema sensibilidad. Todo esto lo pudimos constatar en su importante aparición de hace poco más de un año en la sala del Diario, participándonos de un bello paisaje que se ofertaba desde una pintura envuelta en una enigmática realidad envuelta de emoción plástica y absoluta solvencia creativa. En aquella muestra se pudo comprobar la actitud de un artista en posesión de planteamientos nada espontáneos ni salidos de un afortunado momento juicioso, sino extraídos de un consciente ideario donde nada era dejado al azar y todo respondía a un concepto creativo por el que el artista sabía muy bien lo que hacía, era conocedor de lo que tenía entre manos y lo llevaba a cabo con mucho criterio plástico de sabio pintor en posesión de todos los recursos para que una obra oferte sus máximos postulados para poder convencer desde un primer momento.

En la obra de Joaquín Terán se advierte, de una forma meridianamente clara lo que el artista quiere plantear; asume los esquemas de una pintura poderosa, seria y altamente juiciosa; parte de una realidad artística muy bien concebida, que es puesta en escena con los más rigurosos desarrollos estructurales y compositivos y trasladada a los soportes con mucho acierto interpretativo. Ahora, nos encontramos con un nuevo capítulo de esa historia paisajística que el artista sabe componer para manifestarnos la personal concepción sobre una pintura que, además de cumplir sus intrínsecos objetivos ilustrativos y representativos, nos plantea un compromiso que se nos antoja mucho más amplio. Los paisajes de este autor nos transmiten una realidad maquillada, que deja de ser absolutamente inmediata para hacernos transitar por una escena que describe un ambiente con desenlaces más poéticos, llenos de un esencial lirismo donde el propio paisaje queda supeditado a una bella realidad, de silente conformación y enigmática significación ilustrativa.

Los espacios expositivos del portuense Centro Cultural Alfonso X El Sabio se llenan con los particulares argumentos paisajísticos de un Joaquín Terán que pinta, a su manera, aquello que le es cercano, quizás lo que ve por su ventana y que él, a pesar de tanta cercanía, somete e interpreta con ese pasional concepto que atempera los gestos expresivos de la propia realidad, para dotarlos de una distancia mucho más mediata y que borra los perfiles habituales para adentrarse en unos horizontes pausados, callados, melancólicos y hasta envueltos en un bello halo de tristeza.

De nuevo, el personal paisaje del artista jerezano nos oferta una realidad transgredida desde su absoluta cercanía hasta dotarla de una nueva dimensión en la que, al infinito encanto visual, hay que sumar los registros, acertadamente representados, de una poética muy bien acondicionada en fondo y forma.

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