Marco Antonio Velo
En la prematura muerte del jerezano Lucas Lorente (I)
Tierra de nadie
Jerez/No, me temo que este año no van a ser los ‘Magos de Oriente’ quienes nos visiten. Hemos debido portarnos tan mal que los tres viejos y queridos ‘Reyes’ han decidido que no merecemos ni siquiera su visita. Es por eso que el rey Baltasar nos ha enviado a un primo segundo suyo que, en una cajita de resentimiento, envuelta a su vez en papel de rencor, rematado con celofán fascista salpicado con florecitas de racismo y odio, nos ha ‘regalado’ una recua de sediciosos golpistas, delincuentes habituales e incorregibles sátrapas a los que une un único objetivo, ¡pobres diablos!, en sus vidas mediocres y vulgares: acabar con España.
El rey Gaspar nos manda a un tío lejano suyo, que encontró por alguna parte olvidada de Venezuela. Este buen señor nos ha dejado, justo detrás de los zapatos colocados la noche de ayer en el salón, varios colgajos de la basura que fue encontrando en los vertederos –los contenedores se los han tenido que comer- de Caracas, Maracaibo, Mérida o Puerto de la Cruz, ciudades, que fueron, antes de Chaves y Maduro. Las ‘réplicas bolivarianas’ de un comunismo imposible, por cínico, caducado, inhumano y letal –para todos menos, claro, para la casta que lo promueve, fomenta e impone-, gracias al tío del rey Gaspar, se van a sentar en varias de las poltronas del gobierno de España.
Para colmo de males, por si no fuera ‘suficiente’, los bolcheviques de medio pelo se han traído en la chistera a Alberto Garzón, una réplica de ‘Amedio’ -¿recuerdan?, era el mono de ‘Marco’, el del cuento-, a quien ‘el chepas de Galapagar’ va a hacer ministro. Un ‘comunista’ de los que gustan hablar como Marx y vivir como Bill Gates, hipócrita integral, defensor del payaso Torras –ex presidente del gobierno catalán-, que añora la desastrosa República de 1934 en la que se violaban monjas, mataban curas, se asesinaban a políticos que no fuesen del Frente Popular, se quemaban iglesias, se incumplía la Constitución vigente… Un enemigo declarado de España, del que no se puede esperar otra cosa más que infamia y miseria.
Y… su majestad el rey Melchor. Él, ¡se ha salido! Por lo visto habló con su mamá, la que lo trajo al mundo, la misma que lo parió, y la convenció para que ocupase, por esta vez, su lugar y fuese ella la que nos trajese el ‘regalo’, no ‘un’ regalo, sino ‘el’ regalo: Sánchez.
Pensábamos, porque era difícil imaginar que se pudiese ‘superar’, que Zapatero era lo peor: lo fue, hasta que apareció Sánchez. Lo de este hombre es muy complicado de entender. Uno ‘se hace bolas’ dándole vueltas a la sesera, tratando de averiguar razones, de encontrar motivos, de atisbar causas… ¡inútil! No hay mente, sana, capaz de comprender, menos de apoyar, una trayectoria tan demoledora, falsaria y nefasta como la suya. Imaginen… ha sido sólo un año, y… ¡‘en funciones’! Imaginen… ¡cuatro años…! con plenitud de poderes… con la extrema izquierda, más rancia y falsaria a su izquierda, en la vicepresidencia del Gobierno y varios ministerios; y, a su derecha: el hatillo de presidiarios, fugados de la Justicia, condenados, inhabilitados, separatistas, golpistas y terroristas…
¿De verdad hay alguien –ya sé que sí, visto lo visto, hay muchos… pero déjenme que termine de escribirlo-, hay alguien que tenga una fundada esperanza de que algo -sólo ‘algo’, aunque sea poco- bueno puede acontecer en los próximos años que se nos caen encima? ¿Cómo se puede tener proyecto viable de nada si la nave con la que hemos de surcar la mar que nos separa del puerto al que, se supone queremos llegar, zarpa con la mitad de su tripulación compuesta por saboteadores, piratas y malhechores que lo que persiguen es hundirla para huir, con todo el botín que puedan rapiñar, en los botes salvavidas? ¿Estamos locos? Ya sé que ‘él’, sí.
La ambición enfermiza aliñada con una descomunal megalomanía -de libro-, una soberbia que, ya de lejos, repugna y la prepotencia como faceta más ‘amable’ de un carácter perturbado, patológicamente ansioso, rayano en el delirio y próximo al trastorno ególatra; hace que lo podamos calificar de ‘loco’. Lo desmedido de su desequilibrio por conseguir y mantener el poder, a costa de lo que sea y, me temo, también de quien sea, certifican, sin lugar a dudas, que estamos ante un individuo peligroso.
Habría valido la pena que los ‘Reyes Magos’, los de verdad, hubiesen venido, aunque sólo fuese para dejarnos carbón; cualquier cosa antes del Chernóbil político que, si mañana se confirman los peores augurios, amargará nuestras vidas.
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