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Crónica personal
A Pedro Sánchez y acólitos les ha provocado vergüenza el pacto con el PP para reformar la infumable ley del sólo sí es sí que promovió Irene Montero. Sin embargo no les da vergüenza pactar con partidos inconstitucionales como ERC y Bildu, éste segundo con una trayectoria de apoyo a una banda terrorista.
Es como para hacérselo mirar, y es también una prueba más de los complejos de este gobierno para llegar a acuerdos con partidos de centro y derecha, lo que demuestra su falta absoluta de seguridad en su proyecto. Sánchez, en el colmo de la inconsistencia, de la altura de miras, de la grandeza que se supone a un dirigente política, ni siquiera se ha atrevido a dar la cara, y se ha inventado una excusa para no acudir al Congreso de los Diputados y enfrentarse a posibles acusaciones de su ministra de Igualdad. O a las críticas de la oposición por haber aceptado meses atrás aprobar una ley de gravísimas consecuencias.
Sánchez, de conocida soberbia, no solo es incapaz de agradecer al PP su apoyo para reformar una ley execrable, sino que su portavoz parlamentario minusvalora ese apoyo diciendo que la reforma de la ley es mínima, solo se han hecho unos retoques técnicos. No es cierto y lo sabe Patxi López.
Cuánto mejor les iría si reconocieran que de su Gobierno salió una ley desastrosa. Como también les iría mejor si el presidente pidiera perdón de verdad a las víctimas sexuales, no con la boca pequeña como ha hecho días atrás. Callaría así a quienes le consideran un político falto de sensibilidad.
Y falto de coraje también: cualquier dirigente, hombre o mujer, de la política o la empresa, habría puesto en la calle a quien, por empecinamiento, promoviera una iniciativa de consecuencias tan brutales como la ley Montero, al que Sánchez no se atreve a tocar ni un pelo. ¿Y si es por miedo a que la ministra de Igualdad confiese que el presidente le había dado todo su apoyo cuando el Consejo General del Poder Judicial, Consejo de Estado y Ministerio de Justicia alertaron que aquella ley favorecía a los delincuentes y perjudicaba a las víctimas? No es extraño que la tournée electoral de Sánchez no provoque adhesiones entusiastas sino gritos de rechazo.
Ya puede agradecer a Biden que le haya hecho un hueco para recibirle el día que empieza la campaña electoral oficialmente: al interior de la Casa Blanca no llegarán las protestas por las políticas del presidente español, y que Sánchez escucha a diario en su gira de precampaña.
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