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Tribuna libre
Jerez/LAS reivindicaciones que estamos viviendo en estas semanas del mundo rural plantean una serie de demandas que ponen de manifiesto, además de los problemas relacionados con la famosa PAC, la existencia de dos procesos contrapuestos, uno de concentración de población y actividades en las ciudades y otro de declive o estancamiento en nuestras áreas rurales.
Este desequilibrio, que en mi opinión representa un grave problema para el conjunto de nuestra Andalucía es, además, un síntoma de desigualdad, pues las áreas rurales suelen tener un acceso limitado a servicios básicos como educación de calidad, atención médica, infraestructura y entretenimiento. En definitiva, un acceso a los servicios que no es igual en todo el territorio, e impide que las personas puedan elegir libremente dónde quieren vivir.
Para revertir esta situación, la acción pública debe ser capaz de poner de relieve el importante papel que juegan los sectores agrícola, ganadero y forestal en la consecución de una ordenación y gestión sostenible del territorio, y en la conservación del medio, de la biodiversidad, del paisaje y del patrimonio natural y cultural.
La prestación de servicios, tanto públicos como privados, y la accesibilidad han establecido, desgraciadamente, un círculo vicioso con el tamaño de la población: la disminución de la población conlleva menos servicios, menos accesibilidad y menos empleos disponibles, y esto conduce a la expulsión de la población, la más joven, además.
Es necesario, por tanto, romper este círculo vicioso y promover la implementación de servicios en el medio rural, así como garantizar la accesibilidad física y digital, el establecimiento de sistemas estables pero muy flexibles de transporte público, políticas fiscales que compensen los costes de la movilidad, y compensaciones de los servicios ecosistémicos que presta al resto de la sociedad.
La despoblación es un desafío que afecta no solo al tejido social y económico de las zonas rurales, sino también al patrimonio cultural y al paisaje. Enfrentar este fenómeno de manera efectiva requiere la colaboración entre el gobierno, la sociedad civil, y el sector privado, buscando soluciones sostenibles que revitalicen las áreas rurales y mejoren la calidad de vida de sus habitantes. Para ello habrá que desplegar estrategias que incluyan:
—La diversificación económica, más allá de la agricultura tradicional, hacia sectores como el turismo rural, la agroindustria, y las energías renovables.
—Invertir en mejorar el acceso a servicios básicos y en la calidad de vida.
—Apoyo a la agricultura local, implementando apoyos a los pequeños agricultores, incluyendo ayudas financieras, formación y acceso a mercados.
—Facilitando el acceso a la tierra y la vivienda para los nuevos agricultores y para quienes deseen permanecer o retornar al campo.
—Crear programas que incentiven a familias y profesionales a mudarse a áreas rurales, ofreciendo beneficios fiscales, subvenciones, y oportunidades de negocio.
En el caso concreto de nuestro municipio más de 23.000 personas viven en el medio rural, un medio que ha sido considerado habitualmente como un “territorio-problema”, pero que puede constituirse en un ‘territorio-oportunidad’, si apostamos por sus posibilidades, y si se actúa políticamente con eficacia para promover un desarrollo rural sostenible, con inversiones suficientes en infraestructura rural, educación, y servicios de salud, así como en la promoción de la agricultura y las industrias locales, y el turismo rural.
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