Una sonrisa única que no tiene precio

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07 de enero 2010 - 01:00

Es, sin duda, uno de los madrugones menos discutidos del año. Los remolones de los días de 'cole' ayer salieron escopetados de la cama para descubrir esa sorpresa que aguardaba bajo el árbol, junto a los zapatos, al lado del plato de galletas o bajo el vaso de leche. A media mañana, ya estaba todo el pescao vendido y las calles tímidamente animadas de pequeños y mayores estrenando los regalos, aunque el tiempo no acompañó much o y, al final, sobre la hora de comer, se puso a llover. Poco antes, a mediodía, era más abundante la basura arrumbada junto a los contenedores que los festejantes callejeros, precisamente por el tiempo. En los hogares fue otro cantar: mucha videoconsola excepcionalmente matutina, algún 'trapito' que probarse e intercambio de besos y abrazos para que el año próximo vuelvan a portarse los Reyes Magos.

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