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Varios informes de la Intervención de la Junta de Andalucía han puesto reparos a multitud de contratos de emergencia realizados durante y después de la pandemia. Consideran que la Administración pudo incurrir en fraude de ley por interpretar que se recurrió al fraccionamiento del pago de servicios y sin la suficiente concurrencia pública.
La oposición ve detrás de estas revelaciones un grave caso de corrupción, eliminando toda referencia al contexto en el que se produjeron, aunque es reprochable que se mantuvieran demasiado en el tiempo medidas que se justificaban en una situación de emergencia sanitaria. De hecho, ha judicializado el asunto, en un claro intento de desgastar al Gobierno de Juanma Moreno. La denuncia ya se tramita en los tribunales. El momento es prematuro para emitir un juicio sobre las consecuencias reales que tendrá este asunto. Pero la cuestión tiene la suficiente importancia como para que la Junta de Andalucía y el partido que tiene mayoría absoluta, el PP, no tome cartas en el asunto para esclarecer al máximo lo ocurrido y demostrar si, como defiende, todo se hizo con seguridad jurídica y respeto a la legalidad.
El presidente de la Junta, aunque sin citar expresamente esta cuestión, denunció ayer en la Junta Directiva Regional del PP la existencia de una “campaña sucia” contra su Gobierno. Moreno añadió que Moncloa la lanza porque se ve “superado por la realidad”. No hay duda de que los socialistas andaluces llevan años desnortados y ayunos de un liderazgo que sea confiable para la mayoría social de los andaluces. Pero atribuirlo sólo a las sucias artes del PSOE de Sánchez es quedarse sólo en la superficie.
Es cierto que todas las encuestas, también los barómetros que hace el Centra, señalan que el PP mantiene un vigor electoral envidiable, pero también que hay algún síntoma de desgaste. Analizarlo y atender lo que les preocupa a los andaluces, como ya ha hecho Moreno con su Gobierno esta semana, parece más sensato que culpar sólo al adversario.
Si el PP quiere gobernar durante años, como sostuvo Moreno que harán al dirigirse a sus cuadros directivos también ayer, su ejecutoria en el Gobierno tiene que ser absolutamente incompatible no ya con la corrupción, que por supuesto, sino con cualquier irregularidad. Y eso no se hace echando balones fuera. La respuesta debe ser combatir la suciedad con limpieza y con transparencia. Los ceses que hubo en el SAS en la etapa de la anterior consejera aún están por explicar. Por ahí debe hallar la respuesta correcta. Caiga quien caiga.
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