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Desde mi córner
SOSTENELLA y no enmendalla, nada de rectificar que rectificar es cosa de sabios y sabios, sabios, lo que se dice sabios es una especie casi extinguida en este mundo que padecemos. La FIFA dictó sentencia y ésta es inapelable por mucho que hasta la víctima del desaguisado haya dicho que es absolutamente desproporcionada. Me refiero, cómo no, a la sanción impuesta al charrúa Luis Suárez por su mordisco al italiano Chiellini.
Aberrante sanción, sobre todo en lo que compete al impedimento para el ejercicio de su profesión. Aun siendo excesivo el tiempo que ha de estar sin participar en partidos oficiales, lo que se escapa a toda lógica es que no pueda mantener su estatus físico de manera normal y que para no perderlo del todo haya de entrenarse a hurtadillas. Porque no cabe la menor duda de que el tipo estará entrenando por mucho que pretenda impedirlo la autoridad ¿competente?
Al Barça, que ha pagado una cantidad obscena aun sabiendo la irregular situación del futbolista, sólo le queda el TAS. Y lo normal es que el Tribunal Arbitral du Sport rebaje de forma considerable tan desmesurado castigo. Se espera que el futbolista pueda entrenarse con normalidad, incluso existen esperanzas de que pueda jugar en septiembre. Sería de esta manera, un palmetazo más del TAS al Comité de Disciplina de la FIFA de los muchos que le inflige.
Ha pasado tiempo de aquel Italia-Uruguay mundialista y ni siquiera ese tiempo que todo lo cura ha servido para que el mandarinato del fútbol universal dé su brazo a torcer. Pero esperar a que determine el TAS no es mala cosa, pero que nada mala. Con la cantidad de lances brutales y con nefastas consecuencias que se da en el fútbol actual, el mordisco de Luis Suárez a Chiellini fue una heterodoxia, sí, sin consecuencias para éste, pero con castigo incomprensible.
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