Alberto Núñez Seoane

La amistad, bien o mal entendida

Tierra de nadie

07 de octubre 2024 - 05:30

Cuanto más valiosa es la virtud, más despreciable es la traición que la desconsuela. La Amistad, si me permiten aventurar, después del amor y del buen sentir de hijos a padres y abuelos, o la misma corriente en viceversa, creo que sea el más noble de los sentires que en la frágil condición humana pueda anidar.

Es difícil de acotar, a la Amistad me refiero, la altura en la que se mueve. Es claro que supera en mucho al compañerismo, más a la conveniencia pasajera. Sabemos algunos, otros tan sólo intuyen, que “jugar en la liga” en la que la amistad juega, no es plato que pueda digerir cualquiera. Y es que todo lo que de exquisito y especial, de muy personal y singular que la Amistad posee, ni mucho menos está al alcance de quien la pretende.

Dijo alguien: “los extraños pueden convertirse en los mejores amigos, tan fácilmente como los mejores amigos se convierten en extraños”. Con todo respeto, creo que esto, a más de equívoco es del todo falso. Razonaré el por qué.

Lo que sugiere este modo, no dudo que bien intencionado, de “definir” la amistad, está tan lejos, incluso opuesto, de lo que es la Amistad en verdad, es mi opinión, que sería conveniente “reiniciar”, desde la base a quien así piensa, dando por sentada su buena voluntad, y evitar que en tal manera la propague y enseñe, pues en su afán de construir, no hace sino confundir.

“Los extraños pueden convertirse en los mejores amigos …”, esta primera parte del pensamiento mencionado, no es que sea cierta, es que es irrefutable: todos somos extraños a la Amistad hasta que la Amistad llega. Para “hacer” un amigo, es excluyente que lo fuese e imperativo que antes no lo fuera.

Por lo que tiene que ver con la segunda parte del dicho que nos ocupa: “… tan fácilmente como los mejores amigos se convierten extraños”, he de decir -perdón si, en contra de mi intención, ofendo-, que lo considero un auténtico disparate sobre otro disparate todavía mayor. ¿”Tan fácilmente …”?, si quien lo escribió pensó que tanto cuesta llegar a vivir -pues no debiéramos escribir “conseguir”, y menos “ganar”- como abandonar la verdadera Amistad, es señal evidente de que no se ha encontrado en ninguna de las dos situaciones: la de hacer una sincera Amistad ni la de perder una que lo fuera. No, no son ni de lejos semejantes las exigentes y privativas condiciones que se han de dar para tener la fortuna de alcanzar una Amistad verdadera que, a causa de lo débil de la condición humana, la facilidad con la que la podemos perder.

En cuanto a que se pueda comparar el pasar de extraño a amigo leal, con andar el camino al revés: “ … como los mejores amigos se convierten en extraños”, lo calificamos como el segundo de los disparates sobre el que se asienta el primero, ya comentado.

Si el amigo lo llega a ser, en toda la complicada y profunda extensión que la Amistad implica, conseguirlo -al amigo-, de los dos interesados requiere tiempo, ocasión, empeño y voluntad; les exige sinceridad, generosidad y, sobre todo, lealtad. Todo un logro de alcanzar, aunque cuando lo logramos, el vínculo es tan fuerte que no cualquier adversidad, malentendido o contratiempo puede acabar con él, ni tan siquiera debilitarlo, pues no se trataría entonces de Amistad verdadera. El amigo no pasaría a ser extraño, más que por causa extraordinaria o muy excepcional, no habría sido tal amigo si no ocurriese así. Si además hablamos del “mejor” de los amigos, ¿cómo podríamos entender que pasar a ser extraño fuese ni tan si quiera una lejana posibilidad?, ¡en absoluto, no!

De modo que, no, de ninguna manera “el mejor amigo” pasa a ser extraño, tan fácilmente como un extraño puede llegar a ser el mejor amigo.

Cosa bien distinta es si damos por amigo al que sólo es compañero o camarada, familiar próximo o lejano. Y ni que decir tiene si hablamos de esa “amistad” fácil, sólo presente en los momentos buenos, las celebraciones y las alegrías, en las conquistas y en los éxitos; esto, que puede estar bien, nada tiene que ver con la Amistad sobre la que escribimos. La una está bien comprendida, la otra mal entendida.

stats