Alberto Núñez Seoane

Esas veces en las que

Tierra de nadie

12 de agosto 2024 - 06:07

Porque hay ocasiones en las que no sabemos por dónde tirar, nos sucede en todos los ámbitos de la vida; y ocurre, también pero en otro sentido, en algunas otras circunstancias, éstas afortunadas. Y es que no es lo mismo “suceder”, que viene de suceso, que ocurrir, que sólo supone acontecer.

Caminamos en busca de algo que no sabemos encontrar, y no precisamente porque no exista esa posibilidad o no tengamos capacidad para tal, sino más bien por confundir lo que no nos hace falta con lo que en verdad necesitamos; o tal vez por torcer lo que nos llega derecho y empeñarnos en enderezar lo que encorvado, ya sin remedio, está; o puede que sea la razón equivocar el sendero, por no mirar, no escuchar o por ni siquiera pensar; ¿quién sabe?

Lo complicamos, cuando de nosotros mismos tratamos, hablando sobre lo que desconocemos, ofreciendo lo que no tenemos, esperando lo que no podemos, o exigiendo lo que no damos. Pero, ¡ay!, cuando a los demás nos referimos, entonces lo complejo se hace lío, lo lioso enrevesado, reverso el anverso y todo, por unos y nosotros, desmadejado.

Con la inconsecuencia repetida llega el hartazgo. Pues no hay, a nuestro humilde entender, pesadilla peor que la falta de coherencia; ni sobrevienen más nefastas consecuencias que cuando no existe conexión entre lo pensado y lo dicho ni entre esto y lo hecho, por muy buena voluntad que pongamos para tratar de encontrarla. Somos lo que hacemos, ni lo que pensamos ni lo que decimos. De buenas intenciones está el mundo lleno, pero de nada sirven si en eso se quedan. Son los hechos los que determinan, los que nos hablan de sus autores, los que dicen quien hizo y quien sólo habló.

Hablar es fácil, ¡y además gratis!, no cuesta dinero, pero vale por muchos disgustos y más enredos, sobre todo cuando lo que hacemos es por hacer, o sea: hablar por hablar, tengamos mucho o nada que decir.

Y vemos como pensar lo que se dice no es tan fácil como parece, porque al hablar decimos lo que nuestra mente dispone y ordena, no necesariamente lo que piensa; porque buscamos, con mal disimulado desespero y muy poca educación, alguien que, le importemos o no, nos escuche, aunque parecemos conformes con que sólo nos oiga; porque olvidamos lo que el diálogo implica y es: saber razonar y querer atender, querer escuchar y saber entender. Puesto que pensar y luego hablar, como traduciendo con la palabra lo que tenemos en el pensamiento, es cosa bien distinta, mucho más próxima al conocimiento.

Nos comunicamos por medio de la palabra. Ella nos ha traído hasta dónde estamos, sin ella nuestra Historia hubiera sido otra, o ni siquiera -quien sabe- hubiera sido. El uso que de ella hacemos, por cotidiano, longevo y repetido, se ha vulgarizado hasta el infinito, ¡y más allá …!”; los humanos, únicos usuarios que conocemos, la hemos tiranizado, esclavizado y pervertido, hasta hacer de ella lo que ella no es. La manipulamos en lugar de utilizarla, la manejamos no la usamos, la retorcemos sin aprovecharla, y por fin la sometemos en vez de acompañarla. El resultado es la pérdida de una buena y leal amiga, el desuso de los buenos usos, confundir el grito con el argumento, radicalizar la sana discusión, y un largo sin fin de contrariedades, malentendidos y zafiedades, cuando no de esperpentos charlatanes revestidos, para mayor vergüenza del género que representamos, como insulsos, falsarios y espurios oradores.

Las palabras debieran ser una prolongación de lo que nosotros somos, sin embargo acostumbramos a recurrir a ellas para ocultar lo que nos avergüenza ser, o mostrar lo que querríamos ser, en muy raras ocasiones lo que en verdad somos. Creyendo confundir, o al menos convencer, a quien nos escucha, sólo conseguimos engañarnos a nosotros mismos, pisando pantanosos terrenos de los que es muy difícil salir sin estar cubiertos de cieno.

Si, hay veces en las que no sabemos “por dónde tirar”, y tratamos de encontrar respuestas donde no están. Mejor nos iría, a todos, si en lugar de malgastar herramientas que nos podrían ayudar, pusiésemos empeño suficiente en saberlas usar.

stats