
En tránsito
Eduardo Jordá
Venalidad
TIENE QUE LLOVER
A comienzos de la Baja Edad Media se estableció la llamada "tregua de Dios": un periodo limitado (fines de semana o fiestas religiosas o litúrgicas) en el que las hostilidades cesaban. Así, alrededor de las iglesias se delimitaba un territorio, la sagrera, en el que quedaba prohibido cualquier acto de violencia. Con ello se pretendía defender a los campesinos contra las amenazas y ataques de los señores feudales, ansiosos siempre por ampliar sus dominios y por someter nuevas tierras a su control.
Vivimos esta semana nuestra particular "tregua de Dios". La Feria marca un momento de reposo, de descanso de las hostilidades, de respiro en la refriega. Y ciertamente, todos merecemos ese instante de sosiego en el que el hipotálamo se relaje y el pensamiento, al menos por unas horas, deje de dar vueltas y vueltas sobre lo mismo.
Y es que, extrapolando las situaciones, estamos como en la Edad Media. Los grandes señores feudales, como antes, no están contentos con sus numerosas posesiones. Quieren más y más. Y para ello fijan sus miradas en los pocos "labriegos" que continúan trabajando sus "tierras", y los acosan, los hostigan, los presionan, desean hacerse con sus posesiones y convertirlos en vasallos. El vasallaje, vínculo de dependencia y fidelidad de una persona hacia su señor, adquiere hoy tonalidades diferentes al medievo. Y es que la ambición "feudal" ha sido una constante a lo largo de la Historia.
Con un número de parados por encima de los treinta y tres mil, con unos servicios públicos paralizados, con unas perspectivas de futuro nada halagüeñas y, sobre todo, con una tristeza generalizada, con unas calles desoladas y unos espíritus angustiados, está ciudad necesita una "tregua de Dios", al menos por unos días. Y el territorio que se fija, por esta vez, no es alrededor de las iglesias sino en el extrarradio, en esa ciudad artificial de luces de colores y frágiles casetas de lonas que se llama Feria. Allí, durante una semana, vamos a estar libres de acosos, vamos a ser capaces de liberar el espíritu, de olvidar los continuos recortes a que estamos siendo sometidos y vamos a intentar recuperar el mayor don que estamos perdiendo: la alegría.
Pero no nos equivoquemos: una tregua es solo un descanso momentáneo en la contienda. Y ya que estamos mirando a la Historia, habría que decir que la España tardomedieval, la del vasallaje, se vio sumida en una serie de conflictos sociales, tanto urbanos como rurales, de los que un buen ejemplo es el movimiento de remensa o luchas de los campesinos contra la vinculación a la tierra y los malos usos de la misma. Por ello, a la vuelta de la "tregua" los nuevos señores feudales continuarán en sus treces. Y como demostraron los "remenseros", tras la tregua viene la resistencia, y con ella el convencimiento de que esta es una crisis interesada que solo la sufrimos los nuevos "payeses", los trabajadores. Así pues, a descansar, a cargar las pilas en la Feria que vamos a necesitar mucha energía para evitar tantísimos desmanes "feudales".
También te puede interesar
En tránsito
Eduardo Jordá
Venalidad
El balcón
Ignacio Martínez
Energías desobedientes
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
El capitán de tu ánimo
La esquina
José Aguilar
Corredor, otra que no dimite
Lo último