Álvaro López De Carrizosa González

¿Feria o verbena?

Tribuna libre

Lleno absoluto en el recinto ferial el sábado del alumbrado.
Lleno absoluto en el recinto ferial el sábado del alumbrado. / Miguel Ángel González

23 de mayo 2022 - 13:42

Otro año más pasó de largo nuestra Feria del Caballo. Sí, esa Feria que debe su nombre a un Alcalde Perpetuo, que espera desde la eternidad a qué se reponga su monumento en la rotonda que lleva su nombre desde hace ya más de diez años.

Pero me quiero centrar en lo que llevamos sufriendo los jerezanos desde hace ya mucho tiempo, y en lo que año tras año, por desgracia, va a peor.

Las casetas-discoteca han tomado el Real impunemente para asombro de los locales y foráneos, sin que las autoridades hagan nada por mantener la categoría y el señorío que siempre tuvo nuestra Feria.

Otro problema, gravísimo para la identidad de nuestra Feria, es el que sufren las casetas de socios o bien denominadas tradicionales. No es de recibo que con una Feria masificada, en casetas de dos módulos con un número de socios que supera el centenar, la ordenanza solo autorice un 25 por ciento para ellos, más aun, cuando ellos son los que pagan y se desviven año tras año para que nuestra Feria siga manteniendo una categoría que cada año parece estar peor vista y más castigada por las autoridades.

Otro asunto son los caballos, pues somos la Feria del Caballo, y así la denominó en 1966 D. Miguel Primo de Rivera y Urquijo. Si, el mismo que se nos fue esperando la reposición de su monolito en esa rotonda olvidada.

Los pencos han campado a sus anchas por el Real dando una imagen lamentable para la ciudad, España y el mundo. La cara de poema de los visitantes nacionales y extranjeros era visible durante todas las jornadas, viendo como los peseteros con caballos moribundos paseaban con total impunidad por el Real.

Del botellón en plenos jardines del parque no voy a comentar nada. Pienso que una ciudad como Jerez debería promover a la juventud a buscar lugares para escuchar flamenco, o que casetas destinadas a los más jóvenes le faciliten con precios populares el consumo moderado de vino de la tierra, todo ello para no parecer una ciudad enferma, que ha perdido su sentido universal.

Y en esos estupendos jardines centenarios, cada año más abandonados, optaría por iluminarlos y llegar a un consenso con los hosteleros de la zona, para montar unas casetas en forma de pequeños templetes, con comida y vinos típicos de la tierra, para degustarlos en ese magnífico espacio verde, que hoy por desgracia sirven de botellódromo para los más jóvenes.

Lo que me queda claro es que sin duda tenemos unas Ordenanzas obsoletas, que tienen más de veinte años y que en esas dos décadas han pasado muchas cosas, como la total y peligrosa masificación de la Feria en ciertos días.

Ruego un consenso entre Ayuntamiento, bodegas, caseteros, empresas, hosteleros, casetas tradicionales y las no tradicionales, para llegar a un acuerdo que salve la Feria del Caballo, que tanta fama nos dio, e impedir que se convierta en una verbena, que por desgracia es a lo que más se asemeja en las últimas ediciones.

Lo positivo. Me quedo con los baños para minusválidos, la gran labor de nuestro servicio municipal de limpieza y el aguante de nuestra Policía Local y Nacional, viendo lo que se les viene encima en próximas ediciones si no ponemos remedio.

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