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El comisario de Información de los Mossos d´Esquadraculminó el jueves la operación restauradora de la verdad iniciada por el secretario de Estado de Seguridad durante los sucesos de Cataluña en el otoño de 2017 y continuada por los responsables de la Guardia Civil y la Policía Nacional y la secretaria judicial acorralada. Una verdad que empezó a abrirse paso en el juicio del procés por encima de las mentiras comprensibles de los encausados y los testimonios meramente políticos y mayormente autoindulgentes de sus jefes políticos (Rajoy, Sáenz de Santamaría, Zoido).
Todo giró en torno a la violencia. La que sintió en sus carnes la secretaria judicial encerrada en la Consejería de Economía de la Generalitat y que vieron en televisión todos los españoles. La que avisó, con datos, el comisario de los mossos y a la que un Puigdemont prefugado respondió que el referéndum se haría de todos modos. La que ejercieron los que ocuparon los colegios electorales la noche antes del 1-0, que no fueron sólo a votar, sino a impedir que la fuerza pública evitara una votación ilegal. La que ejecutaron organizadamente los comités contra policías y guardias civiles, en el referéndum y después del referéndum. La que consintieron los mossos por orden de sus superiores, que pasaron de acatar la orden de la Fiscalía de precintar todos los puntos de votación y desalojar a los ocupantes antes del viernes 30 de septiembre a acogerse al mandato del TS de Justicia de Cataluña, más flexible, de impedir el referéndum "sin alterar la normal convivencia ciudadana" (equivalente a "sin molestar a los activistas"). El secretario de Estado, el andaluz José Antonio Nieto, dio en el clavo sobre la reunión surrealista de la junta de seguridad: convocada para debatir cómo evitar el referéndum ilegal... y presidida por quien lo había convocado desobedeciendo al Tribunal Constitucional (Puigdemont).
No sé si esta violencia va a ser suficiente para que el Tribunal Supremo considere una rebelión lo que hubo en Cataluña hace año y medio. Pero es estimulante que los magistrados hayan comenzado a escuchar algunas verdades argumentadas y vividas por personas no contaminadas. Que estaban allí y que saben que no testifican en un proceso contra las ideas independentistas (¿qué hace, si no, Torra, presidiendo la Generalitat, libre y arbitrariamente?), sino contra los que quisieron cambiar la Constitución por la fuerza. Fuera de la ley.
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