Víctor Cantero

El violar gratis...

Yendo al grano

04 de agosto 2009 - 01:00

Se va a acabar, tan pronto como los culpables por lo que hacen tengan que pagar. Los recientes casos de violaciones realizadas por menores de edad en Baena e Isla Cristina han hecho saltar las alarmas por unos sucesos a todas luces condenables y cuyas causas no están donde los "expertos" pretenden hacernos creer que lo están. En las últimas semanas se han llenado muchas páginas de periódicos señalando que la razón de estos hechos se encuentra en la "falta de educación" de quienes los realizan.

Pues bien, ya es hora de que los que no tratan a diario con adolescentes conflictivos cierren el pico y dejen a los que estamos bien metidos en estas lides expresar nuestra opinión. No, no es la falta de educación lo que propicia actuaciones tan atroces como las que comentamos, ya está bien de echar la culpa de todos los males a la escuela. La verdadera razón hay que buscarla en la tolerancia y la permisividad con la que esos adolescentes se mueven en su barrio, en su zona o en entorno, por no decir la absoluta falta de control que sobre ellos ejercen sus progenitores. ¡Qué ya va siendo hora de que nos enteremos! Que todos los niños, adolescentes y jóvenes tienen unos padres, y es a éstos a quienes primero hay que pedirles explicaciones de lo que sus criaturas hacen. La familia es la primera escuela, y si esta falla en el establecimiento de unos válidos y permanentes principios educativos, lo que se puede hacer en la otra escuela es bien poco. Si a los padres les resulta imposible controlar a sus hijos, con qué cara la sociedad va a pedir que sean los maestros quienes pongan puertas al campo.

Cada vez que acontecen estos sucesos se invoca el cambio de la Ley del Menor y se solicita la rebaja de la edad penal. ¡Que de eso no se trata! O es que no se percatan los poderes públicos de que al paso que vamos se van a producir violaciones por parte de individuos con edades mucho menores. No se trata de cambiar la ley, se trata de poner las cosas en su sitio, de acabar con la consigna de que "todo vale, mientras a mi me divierta". Hay que poner los límites donde siempre han estado, y no que la familia de la chica violada en Isla Cristina tenga que cambiar de domicilio por miedo a que los violadores sigan imponiendo su ley. Esta es la política social que se trata de poner en práctica: menos pasividad de la mayoría y más control a quienes nos pretenden imponer con los hechos su ley, o sea su santa voluntad.

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