José Grandes Merello 

La Virgen de Fátima, El Papa Francisco y Gustavo Bueno

En homenaje a la pérdida de este gran Papa, el cual pude conocer en persona en 2017, a través de mi peregrinación a Fátima por la canonización de los pastorcitos, ofrezco estas breves líneas.

En esas fechas pude asistir con mi amigo, el catedrático de química Alberto Escarpa, a la canonización de los Pastores, Francisco y Jacinto Martos y fue una experiencia llena de recuerdos gozosos.

Soy católico y hacer la peregrinación a Fátima, en unas condiciones tan adversas fue un auténtico regalo de la Virgen, cuya presencia en Fátima, sentí más que nunca.

Fue también un regalo inmenso poder saludar y conocer físicamente a nuestro Papa y sentir la grandeza de Dios, al contemplar la cantidad de gente congregada de todas partes del mundo para celebrar la canonización.

Al hilo de este maravilloso recuerdo, quisiera engarzarlo con una anécdota que me pasó después también en relación con Fátima.

Hace unos años, visualicé un vídeo donde el influyente filósofo español ateo, autor de "El materialismo filosófico" Gustavo Bueno, cuestionaba en un debate público las apariciones de la Virgen María a los pastorcitos y uno de los contertulios, un jesuita mariólogo empezó a rebatirle y dar datos fehacientes sobre otros milagros acontecidos donde un cojo recuperó la pierna o un ciego la vista etc (no recuerdo bien) por la intercesión de la Virgen...

Sin embargo, ante la réplica del jesuita, Gustavo Bueno dió una contestación que me llamó la atención, empezó a decirle que el jesuita al dar datos empíricos y comprobables sobre un hecho, el milagro o la sanación de un cojo...se estaba comportando, sin quererlo, como un abogado racionalista que sólo se basa en datos empíricos y comprobables para fundamentar la fe , cuando lo propio de la vida en fe es el misterio, es lo que no conocemos, la confianza y pura humildad ante el enigma, es ese "no saber sabiendo", como diría Benedicto XVI en su encíclica "Spe Salvi", "La Esperanza que nos salva".

Así este famoso ateo, Gustavo Bueno, en el fondo estaba reconociendo y valorando la dimensión espiritual de las personas que son creyentes.

Tras esa reflexión realizada por Gustavo, me dió que pensar y hoy tras la reciente muerte de nuestro Papa Francisco, me hace valorar mucho también el presente y momento actual dentro de la adversidad, también como un milagro de Dios y la Virgen, quizá no tan sobrenatural pero sí basado en una confianza intangible cuyo signo principal es la Paz y la Esperanza, también en el Compromiso para perder el miedo ante la desesperación e indiferencia propios del nihilismo y materialismo, negadores de la Esperanza Cristiana.

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