Espectáculo

En medio de una situación internacional que se puede calificar -con trágica literalidad- de explosiva, con una inflación fuera de control que está castigando la economía de las clases medias y a las puertas de una crisis económica para la que ya ni la ministra Nadia Calviño encuentra paños calientes, el Gobierno de Pedro Sánchez está dando un espectáculo lamentable de desunión y falta de rigor. Las discrepancias y los enfrentamientos a cara de perro entre los ministros socialistas y los de Podemos han dejado de ser la excepción para convertirse en la regla y cada día que pasa adquieren un tono más agrio. A Pedro Sánchez le sobra la oposición que le pueda hacer desde el PP Alberto Núñez Feijóo; con la que le llega desde el propio Consejo de Ministros a través de Yolanda Díaz o Ione Belarra ya tiene descalificaciones a diario. Además, los desacuerdos han dejado de estar en las políticas que podrían admitir diferencias de matiz para centrarse en asuntos de Estado, como ocurre estos días con la bronca en torno al aumento de los gastos militares y la presencia de más destructores de Estados Unidos en la Base de Rota. La imagen que está dando España a sus aliados compromete no sólo la del país, también la solidez de nuestra presencia en el nuevo modelo de defensa occidental. ¿Se puede permitir Pedro Sánchez ese lujo? Parece que el presidente está dispuesto a todo con tal de mantenerse en el poder y alejar unas elecciones anticipadas a las que iría enormemente debilitado, como demuestran los resultados de las elecciones andaluzas del mes pasado. Pero hemos llegado a un punto, en vísperas de la celebración del primer Debate sobre el estado de la Nación de esta legislatura, en el que se bordea un problema institucional. Lo que está en juego es el propio funcionamiento del sistema democrático. El presidente del Gobierno debería entender que una situación así no se puede prolongar indefinidamente.