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Cuando quedan apenas dos meses para la reunión del Consejo Europeo que abordará el tramo final del Brexit, no sólo no hay acuerdo con el Reino Unido, sino que hay graves diferencias dentro del Gabinete de Theresa May y de ésta con los más eurófobos del Partido Conservador. En realidad, sigue latente la lucha interna que Cameron quiso conjurar con el referéndum. Un mal negocio. A un problema se le añadió otro peor. Un grupo de ciudadanos, denominados People's Vote, trata de forzar un segundo referéndum sobre la salida del Reino Unido, con el argumento de que es ahora cuando realmente se conoce cuál es el coste del divorcio. Ciertamente, los partidarios del Brexit falsearon los beneficios que tendría el Reino Unido sin las ataduras de Bruselas, pero fue un referéndum celebrado en libertad, en el que todas las partes tuvieron las oportunidades de exponer sus razones. Sin embargo, lo que algunos de estos líderes civiles solicitan contiene un matiz importante, no se trataría tanto de decidir sobre la salida como de posicionarse sobre el nuevo acuerdo al que lleguen el Reino Unido y Bruselas sobre la ruptura. Es eso lo que no se termina de encontrar, por lo que la posibilidad de un Brexit a las bravas sigue siendo hoy cierta. La primera ministra May descalificó ayer la opción de una segunda consulta. "Sería una burda traición a la democracia", aseguró May en una entrevista en la que subrayó que no aceptará presiones para convocarlo. No obstante, el acuerdo al que ella llegue con la Unión Europea debe pasar por el Parlamento británico, y hay una parte de los conservadores que ha rechazado el documento base sobre el que se está negociando. Este texto se acordó en el mes de julio, y supuso una nueva crisis entre los conservadores. El Gobierno de May ha hecho público este verano un listado de notas prácticas en las que se advierte de la dureza que supondría una salida brusca, en lo que se interpreta como un redoble de presión contra los eurófobos del Partido Conservador. Claro que también ha puesto en alerta a los partidarios de quedarse en la Unión Europea. Si la salida se produce de modo brusco, posiblemente perderán ambas partes, el Reino Unido y la Unión Europea, aunque serán las islas las más perjudicadas. Pero tampoco se puede ceder ante quien se marcha así. Nadie sabe cuáles serán los costes de transición de este proceso para el país ni cómo quedará una frontera esencial para las islas como es la de Irlanda del Norte. En cualquier caso, si no hubiese acuerdo, el 29 de marzo del próximo año se produciría la salida.
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