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El lento pero imparable aumento de casos de Covid en España ha vuelto a poner sobre la mesa el debate sobre si es conveniente o no la exigencia de un pasaporte de vacunación para acceder a determinados lugares, normalmente restaurantes y locales nocturnos en general (discotecas, salas de conciertos, bares, etcétera). En este asunto, como en otros tantos, volvemos a encontrarnos con un auténtico mosaico de medidas que difieren radicalmente de una comunidad autónoma a otra. Así, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco echó ayer para atrás esta medida (apoyada por la Fiscalía y el Gobierno de la comunidad), mientras en Baleares, Cataluña y Galicia existen ya salvoconductos de este tipo vinculados, sobre todo, a actividades de ocio nocturno. Asimismo, Navarra, Aragón, Canarias, Murcia, Castilla y León y la Comunidad Valenciana ya se han mostrado partidarios de poner en marcha algún tipo de pasaporte Covid. ¿Y Andalucía? El Gobierno autonómico no se anima aún a exigirlo, aunque no se descarta en un hipotético futuro en el que la situación pandémica de nuestra región empeorase. Puede que, como dice el tribunal vasco, dicho pasaporte pueda afectar principios como el de igualdad o intimidad, pero también lo es que el pasaporte es una magnífica herramienta para garantizar un ocio seguro e incentivar la vacunación entre los más jóvenes que, en muchos casos por dejadez más que por ideología, aún no han ido a vacunarse. Hasta la fecha, se ha demostrado que las mejores armas para combatir el coronavirus son el uso de mascarilla e hidrogeles y la vacunación masiva de la población. Todo lo que empuje en esa dirección hay que apoyarlo, incluido el pasaporte Covid. Sería muy perjudicial para todos volver a una situación en la que las autoridades se viesen obligadas de nuevo a confinar a la población y limitar sus movimientos. El pasaporte Covid, con todos sus defectos, podría ayudar a evitarlo.
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