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La ceremonia de acatamiento a la Constitución, celebrada ayer con toda solemnidad en el Congreso y en el Palacio Real, ha sido el colofón de una cuidadosa operación diseñada por la Casa del Rey para dar a conocer a los españoles a la Princesa de Asturias. Ha habido en los últimos meses hitos tan significados como su discurso en la entrega de los premios que llevan su nombre, las imágenes de su jura de bandera en la Academia General Militar de Zaragoza o su participación en los actos del 12 de Octubre. La operación ha sido un éxito. La ciudadanía ha percibido a Leonor como una mujer de su tiempo, representante de una generación que no lo va a tener fácil cuando tenga que tomar el relevo, pero que al mismo tiempo es capaz de asumir compromisos y que no da la espalda a las responsabilidades. Leonor lo demostró en sus palabras en la recepción que tuvo lugar en el Palacio Real. La Constitución constituye el marco que proyecta la Corona hacia el futuro y que da sentido a una institución cuya mayor grandeza es poder representar y acoger un país como España con una enorme diversidad social y política. El acto de ayer supone un reforzamiento de la Monarquía y pone en valor el papel jugado por Felipe VI en los últimos años, en los que ha logrado, en una situación complicada, devolverle la estima de los españoles. Esta es la principal conclusión que cabe sacar de la ceremonia de jura de la Constitución de la princesa Leonor y desdibuja otras circunstancias como las ausencias que se registraron en el Congreso de los Diputados, que revelaron por parte de los partidos que la protagonizaron una absoluta falta de sensibilidad ciudadana. Sí hay que lamentar que estos grupos sean precisamente los que han dado apoyo al Gobierno en funciones y los que se lo darán al próximo Ejecutivo, con el agravante de que uno de ellos, Sumar, se sentará en el Consejo de Ministros.
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